jueves, 23 de marzo de 2023

La hippy plasta.

Me llamó la abuela: - "Nena ¿te sobran calabazas? Tengo que hacer cabello de ángel para rellenar los robiols porque ya se acerca la Semana Santa" - No he comprado ninguna... - "¡Ni falta que te hace con todas las que te dieron en el colegio! jajajajaja" - ¿Estás de coña? - "Si ¿Y tú ya has encontrado padre para mi bisnieto?"

La voz de la abuela  pasó  de alegre a preocupada: - "¿Te parece bonito estar borracha a las ocho de la mañana?" - ¡Noooo! solo he bebido el cola cao. - "Pues te ha hecho el mismo efecto que unas copas de chinchón" - Acabas de emocionarme, abuela. Nunca te habías preocupado por mi... ¡snif!... - " - ¡Ni ahora tampoco pero sí por el chinchón; a ver si voy a ir a tu casa y no tendrás ni para hacer un chinchón on the rocks"

Mientras la abuela seguía hablando apareció el alma de mi primer abuelito envuelto en un sudario lleno de juegos cuyas fichas sacaban siempre el número adecuado para ganar. Voló rozando el techo del comedor y no pude por menos que admirarlo. Estaba espectacular.

Le pedí que hiciera un sortilegio para que el árbol de la calle, que seguía enamoradísimo de la Primavera a pesar de estar ronco, moqueando, lagrimeando, tosiendo, con fiebre alta, picores de los que no paraba de rascarse por su culpa... en fin, que está echo un asco, la echara de su vera.

- No puedo hacer eso, nena, va contra las normas del Más Allá. - ¡Pues estamos apañados teniendo tan cerca un arma de destrucción masiva como esa hippy desvergonzada.!

Pascualita llamó mi atención dando saltos mortales en la pila de lavar del comedor y dejando el suelo perdido de agua. Iba a reñirla hasta que entendí que los mordiscos que lanzaba al aire querían decir: ¡Deja que me la coma! pero no lo hice por si afectaba al cambio climático...¡O yo que sé!

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