viernes, 17 de noviembre de 2023

El trato.

Esta madrugada, antes de que pusieran las calles, me he reunido con los habitantes habituales de casa y hemos decidido que hay que hablar claro con los abuelitos y la Cotilla: ¡tienen que irse! Así que, por votación unánime, se ha decidido que YO, como dueña de la casa, ponga la escoba detrás de la puerta de la calle. Señal inequívoca de que son invitados a hacer mutis por el foro.

Con paso ceremonioso he entrado en la cocina seguida de un montón de bolas de polvo y los gritos de ánimo de quienes no tiene autonomía para desplazarse. Tales como la Cristalera, el árbol de la calle, los comensales de la Santa Cena, Pepe el jibarizado... etc.

En un segundo, todo lo que iba a ser pan comido, se convirtió en un berengenal de gritos y aspavientos: la Escoba se negó a ser portadora de malas noticias. - ¡¡¡QUE NOOOOOO!!! ¡¡¡NO QUIEROOOOO!!! ¡¡¡ME NIEGO A ECHAR DE CASA A UNOS POBRES ANCIANITOS!!! 

La tía se volvió agresiva y recibi escobazos a diestro y siniestro. Incluso Pascualita, que estaba en mi escote, acabó con chichones en la cabeza. La cogí de los pelo-algas, hice un molinete con el brazo y la lancé a través del comedor, a la pila de lavar antes de que me clavara los dientes de tiburón que ya había sacado a pasear.

Harta de tanto escándalo, le dije a la escoba rebelde: - ¡O te quedas detrás de la puerta o te cambio por una escoba electrónica! - Se lo pensó medio segundo y dijo:- Vale, pero me pagas un curso de vuelo. Quiero ser escoba de bruja. - ¡Hecho!

No hay comentarios:

Publicar un comentario