viernes, 10 de noviembre de 2023

Volver a la normalidad.

 ¡Quiero recuperar mi anonimato! No puedo salir a la calle sin que me rodeen grupos de gente haciéndose selfis conmigo por mi careto. El que me dejó la sirena y se ha hecho famoso gracias a la Cotilla y sus negocios.

Podría estar contenta pero no es así. ¡No me dan ni las gracias! y dinero, menos. Pompilio se ríe de mi. - ¡Hasta yo hago negocio con los calcetines desparejados! - Me extraña porque ¿quién va a comprar un calcetín solitario? - Pues un cojo. - No se me había ocurrido... (dije como si acabara de caer de un guindo) ¡Un momento! los cojos tienen dos pies, normalmente. - Mis clientes solo tienen uno, boba de Coria.

Poco a poco, mis facciones van recuperando su estado natural ¡Pues ahora la gente ni me mira!

También en casa los egos van bajando los humos. El único que sigue en alto es el de Pascualita pero a ese ya estoy acostumbrada. Ha venido la abuela a verla y como sabe que la medio sardina es de buen comer, Geoooorge llevaba en una cesta los avíos de una paella de marisco. 

Antes de que el mayordomo se encerrara en la cocina a prepararla, he avisado a Pepe el jibarizado para que lo tuviera en el punto de mira de su ojo catalejo porque me da a mi que el inglés no saca a la mesa todas las gambas... Vamos, que se le "pierden" por el camino y hace el aperitivo a costa nuestra.

Y vaya si el llavero ha estado atento. En cuanto he oído el primer OOOOOOOOOOOOO he entrado de sopetón en la cocina y me ha dado tiempo a ver el bigote de una gamba en los labios del "Arguiñano de la Gran Bretaña". Lo que yo decía.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario