miércoles, 15 de noviembre de 2023

Seguimos en comunidad.

 La abuela tiene a gala que, durante casi doscientos años, ninguna carcoma ha podido hincar los dientes en el cantarano de sus padres que se trajo a Palma desde Ciutadella. No es de extrañar pues que gritara como si la estuvieran matando al ver un agujerito rodeado de polvillo de madera en el frontal de uno de los cajones.

En un momento, todos los de casa, incluída la Cotilla que acababa de entrar, nos juntámos a su alrededor preguntando - ¡¿QUÉ TE PASA?!

- "¡La carcoma ha entrado en el cantarano y no lo dejará hasta que se lo acabe! ¡AAAAAAAAYYYYYYYY...¡¡¡BUUUUAAAAAAAAAAAAAAAA!!! ... ESTE DISGUSTO ME LLEVARÁ A LA TUMBAAAAAAA!!!"

Si la abuela se moría yo tenía que estar junto a ella. Por eso la rodeé con mis brazos, acunándola y susurrándole al oído: - ¿Estás segura de haber puesto en el testamento que me tocará a mi la Torre del Paseo Marítimo?

Pascualita, su amiga del alma, se mostraba muy preocupada. Mi primer abuelito me tradujo las palabras de la sirena. - Dice que no sufra porque ella se comerá cuanta carcoma se le ponga a tiro. - Aquello era muy bonito... incluso se me escapó una lagrimita de esas que guardo para cuando quiero quedar bien con alguien. No me llevo muy bien con la cajita de madreperla donde las guardo porque siempre tiene algo que decir como, por ejemplo, hoy: - Eres más falsa que un duro sevillano, tía. (dijo) - ¿A santo de qué?

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario