sábado, 13 de julio de 2024

Estará buena la libreta.

El ¡Avemariapurísimaaaaaaa! de la Cotilla sonó como un grito de guerra cuando entró en casa igual que un elefante en una cacharrería: arrasándolo todo.

- ¡¿Pero qué demonios hace?! - La Cotilla abría cajones y desparramaba su contenido por el suelo. Lo miró todo. Lo tiró todo. Resoplaba como el tren de Chinchilla subiendo una cuesta.

Cuando, por fin, extenuada, sudorosa, llorosa... paró de golpe, gritó: ¡¡¡QUIERO MI LIBRETAAAAA!!!

Me dio un ataque de nervios. Las piernas decidieron bailar un zapateado según su real saber y entender. Recorrí toda la casa haciendo ¡Tacatacatacatacatacata ...! - Menos mal que no tengo vecinos debajo (pensé en pleno frenesí)

El árbol de la calle sentenció: - Cuéntale la verdad, boba de Coria. - También Pepe el jibarizado fue de la misma opinión: - OOOOOOOOOOOOOOOO -  Los comensales de la Santa Cena les dieron la razón. Poco a poco, todos los personajes estuvieron de acuerdo. La única que no lo estaba era yo. - ¡Me matará! Además ¿por qué estaba la libreta por en medio? - Ahí me dieron la razón. 

La Cotilla carraspeó: - ¿Con quién hablas? - Con... esto... hum... - ¿Sabes algo de mi libreta del banco? - No sabía que tenía una... - ¿Qué has echo con ella? - ¿Yo... ? - Se me pusieron los pelos de punta al ver los ojos de la vecina inyectados en sangre: - Aayy Deu mevet... - ¡¡¡CONTESTA!!! - Temblando como una hoja en la tormenta señalé la pila de lavar del comedor. - ¿Ahí? 

Como una posesa, metió el brazo hasta el sobaco en el agua de mar e inmediatamente sintió el mordisco de Pascualita defendiendo su territorio.

La Cotilla está en coma etílico. Se bebió una botella de chinchón hasta la última gota para no sentir dolor... Cuando despierte no reconocerá su brazo que ahora ocupa la habitación del hospital y el pasillo hasta el ascensor. Es el efecto de la saliva venenosa de la sirena...

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