Estuve pendiente de las reacciones de la Cotilla y no se salieron de lo normal. La mujer fue a lo suyo como todos los días. Por la tarde montó en la salita un altar para los Amigos de lo Ajeno donde no faltaron las velas, velitas y velones que suele traer de las iglesias donde "límpia" los cepillos.
Tuve la tradicional discusión cuando empezó a encenderlas: - ¡Un día montará tal falla que, incluso saldremos en los periódicos! - Deja ya de remugar ¿No ves que lo hago por tu bien, boba de Coria? Así vendrán los bomberos cachas y sin moverte de tu casa, podrás elegir al futuro padre del bisnieto de tu abuela. - ¡Que cuajo tiene
Los bomberos vinieron igualmente porque alguien, al ver la luminaria que salía por la ventana, los llamó. Al agua de la manguera que metieron en casa, no le dio tiempo a salir por el balcón hacia la calle porque a la Fregona, deslumbrada por aquellos mocetones enfundados en sus uniformes, le faltó tiempo para ponerse a recogerla con un brío nunca visto.
Cada vez que un cubo se llenaba, la Escoba lo vaciaba a la calle. Forman un buen tádem las COFRE y fueron muy aplaudidas por los bomberos. No así por Bedulio que estaba en la acera, presto a intervenir como autoridad, si hacía falta, y sobre quien cayó toda el agua que se sacó de casa.
Hecho una sopa llamó a casa, bloc de multas en ristre y más enfadado que un mono. - ¡Se te va a caer el pelo por echar agua sucia sobre una autoridad. - ¡Yo no he sido! - ¿Quién entonces?... ¿Tu... abue... lito? - ¡No, no! Esta vez ha sido la Escoba.
Más tarde la Cotilla me comentó: - Pobre Bedulio. Han vuelto a ponerle la camisa de fuerza...
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