Juanito Calores está desatado. Se ha propuesto batirse récords a si mismo todos los días y, de momento lo está logrando. Juanito Calores está en su salsa porque, encima, le han tocado los Juegos Olímpicos y está presente en todas las mentes del mundo cuando, al no poder más sueltan éstas jaculatorias: - ¡Nunca había echo tanto calor! - ¿A dónde vamos a llegar? - ¿Cuándo he sudado yo así? ¡Jamás de los jamases! - ¡Invierno ! ¿dónde estás? - Y así, hasta el infinito y más allá.
Para andar por España, Juanito Calores viste camisa de lunares y traje de lagarterana. Es una combinación muy, pero que muy, vanguardista. ¿Lo sabrá él?
Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor abanicándose con alas de mariposas. - Nena, me vuelvo al Más Allá porque no aguanto este calor. Es como si hubieran abierto, de par en par, las puertas del Infierno.
Un locutor de la tele entrevistó a Juanito Calores. - ¿No le parece que ya está bien? - ¡Que poco aguante tiene usted! Fíjese, voy a poner más alto el termostato ¡¡¡AHORA!!!
El sudor fluyó por todos los poros de la piel de quienes estábamos en casa. Incluso de los que no tenían nada parecido. Los fluidos, contentos de estar juntos, montaron una fiesta rociera en la mesa del comedor que, en un plis plás, quedó reducida a cenizas.
Esto enfadó muchísimo a Pascualita que, aunque de joven corrió todas las juergas habidas y por haber, ahora, en su madurez prefería la tranquilidad. De modo que, pillando por sorpresa a Juanito Calores y de un fuerte bufido, surgido de su garganta de millones de años, apagó la fuente de calor y... ¡el Invierno se nos vino encima descargando toneladas de nieve por el mundo!
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