domingo, 26 de mayo de 2019

¡A votar!

Como la abuela sigue empadronada en mi casa, cosa que a Andresito le sienta como un tiro. - ¡Seguro que no les votas a los míos! (le reprocha) - solemos ir juntas a votar. Como hoy, por ejemplo.

Nos hemos puesto de tiros largos porque la ocasión lo merecía. A instancias de la abuela me he puesto sus botas mosqueteras de charol y tacón stiletto. - "Nunca se sabe dónde aparecerá el futuro padre de mi bisnieto y tienes que estar preparada para gustarle". - Lo malo es que nunca se me ha dado bien andar con zancos y me he caído al dar el quinto paso. Mientras intentaba levantarme sobre aquellas agujas brillantes, la abuela se partía de risa. - !A éste paso no tendré bisnieto pero me reiré muchísimo jajajajajajaja"

Antes de salir ha llamado el abuelito. - "¿Díme, guapo? ... sí, lo sé... vaaaaale... ¿Ah, sí? pues no me he fijado... ¿encima de mi bolso? ... no, no los he visto... si, que ganaréis... ¿cómo? Perdona: ganaremos.... Hale, un besito ¡Muá!" - A ver si lo adivino, abuela: que cojas las papeletas de los suyos en el colegio electoral... que te ha puesto los sobres cerrados encima del bolso pero se te han caído jijijijiji... que tenéis que ganar a toda costa... ¿A qué te ha dicho esto? - "Lo has bordado. ¡Hale, vamos!"

Nos gusta coger las papeletas y los sobres de las cabinas y reímos espiando a través de las cortinillas las caras o los comentarios de la gente.

En esas estábamos cuando la cortina se abrió de repente. - ¡Que es para hoy! Llevo un rato esperando. - ¡El que faltaba para el duro! - "¿Quién es?" - Don Tiquismiquis. - "Cierre la cortina o llamo a un guardia" (la abuela se había puesto seria) - ¡Llevan una hora ahí dentro! - "El voto tiene que ser bien pensado" - ¡Y miren como han dejado todo! Las papeletas tienen que estar ordenadas. - Sí, don Bandurrio.

El nombre motivó las primeras risas que fueron contagiándose por todos los pasillos. Los guardias se acercaron pensando que era un motín. - ¡Orden, ordeeeeeeen! ¿Qué pasa aquí?... ¡Oh, no! (Bedulio nos había visto) - ¿Sabes cómo se llama éste tío? (dije, señalando al vecino) ¡¡¡BANDURRIO!!!

Y la gente dejó de votar durante un rato porque, con la risa, no atinaban a meter los sobres en las urnas.

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