martes, 21 de mayo de 2019

La abuela dando lecciones.

Huuuuy la que se ha liado en la calle ésta mañana. La abuela ha llegado a casa acompañada por Geoooorge en el rolls royce y, cosa rara ¡¡¡A APARCADO BIEN!!!

La calle estaba vacía. No había ni coches ni autobuses. ¡Nadie! entonces pensé que la gente se había quedado en sus casas para no perderse la apertura de Las Cortes y el Senado que darían por la tele. Seguí pensando: - Eres una ciudadana, por lo tanto deberías hacer lo mismo. - Me di la razón y
para no arrepentirme, me llevé a la salita el chinchón, encendí el televisor, me repantingué en el sillón con Pascualita en mi regazo y nos dispusimos a ver todo lo que nos echara la caja tonta.

Llamé a la abuela y Andresito me dijo: - Ha salido hacia tu casa. Viene con el rolls royce.

Poco después salí al balcón al escuchar un alboroto. Donde antes no había nada ni nadie, ahora había obreros que se encaraban con Geooorge. ¡Querían que se largara de donde estaba aparcado! - ¡¿Por qué? (grité) Para una vez que aparca bien ¡Dejádlo tranquilo, que buena cruz lleva sabiendo que dentro de poco "solo" será inglés!

Ni se dignaron mirarme. Aquello me dolió pero... más les dolió a ellos cuando les tiré dos macetas.

Alguien llamó a los municipales porque apareció por allí Bedulio con unos compañeros. - ¿Qué pasa aquí? (preguntó y se montó un guirigay) A grito pelao explicábamos todos nuestra versión de los hechos. Hubo quién (¡ahora sí!) me señalaba con el dedo. Otros le mostraban al Municipal las heridas causadas por las macetas, momento que aprovechó la sirena para lanzar unos cuantos buchitos de chinchón, envenenados al juntarse con su saliva, lo que motivó que los lesionados aumentaran.

Finalmente, Geoooorge fue obligado a irse de allí. Entonces lo entendí todo. ¡Estaban asfaltando la calle y había señales de prohibido aparcar en las aceras! Pues no me había yo fijado...

Cuando volvió la calma, la calle asfaltada y los municipales volvieron al cuartel, la abuela, que no se había bajado del coche, ordenó al inglés que aparcara donde antes, cosa que hizo pasando sobre el asfalto todavía caliente. Ella quiso bajar por la puerta contraria a la acera, que el mayordomo le abrió y ambos fueron dejando las huellas de sus pies por la acera hasta el portal de casa, el ascensor, el rellano hasta la salita, donde nos sentamos a ver la tele.

- Podríais haber bajado por la otra puerta, abuela. - "Lo he hecho para dejar constancia visible de que también sabemos aparcar bien" - Vale. ¿y ahora cómo quito alquitrán que habéis dejado en casa?

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