martes, 14 de mayo de 2019

Culillo de mal asiento.. ¿hasta cuándo?

Pascualita estaba, de momento, en una jarra de agua. No le gustaba porque se encuentraba estrecha y lo que es peor, había que guardarla cuando venía alguien para que no ser descubierta. El otro día, con las prisas porque la Cotilla entró en casa sin anunciarse, metí la jarra en la nevera.

La vecina fue directa a por agua fresca. Venía tan acalorada que bebió directamente de la jarra y tuvo la suerte de que la sirena no la mordiera. Pero yo le eché una bronca de padre y muy señor mío por beber a morro... y en parte también, para despistarla y evitar que se fijara en que en la jarra "vive" alguien.

Lo último que se me ha ocurrido ha sido meterla en una de esas botellas, de cristal, gordas y de boca relativamente estrecha. El vidrio es verde pero como ella se sube al borde, sigue viendo la vida del mismo color. La he puesto en el balcón y en las horas de calor le dan sombra las ramas del árbol de la calle.

He hablado con la abuela para decirle que ya va siendo hora de que Pascualita vuelva a su hábitat natural. - Han pasado muchos años desde que la encontramos... - Pero la abuela se resiste. - "¡Es mi amiga! Y si no está aquí volveré a ser asmática. ¡Dichosa manía.!"

Mientras la sirena y yo comíamos en la salita, yo, el contenido de una lata de albóndigas con tomate. Ella, una revista. No ha dejdo ni un cachito. De repente salió el fondo del mar en la pantalla de la tele. Pero el fondo, fondo ¡y había basura humana! Pascualita debió reconocer el lugar y sin más saltó hacia la pantalla estrellándose contra ella.

Quedó un poco traspuesta por el golpe pero no por ello dejaba de lanzar dentelladas. - ¡Tienes razón, Pascualita. ¡¡¡Somos unos guarros!!! Mejor te quedas en casa, como quiere la abuela.

Ahora duerme tranquila en su damajuana de cristal verde, envuelta en las algas del fondo y acurrucada por el trino de los pájaros que anidan en nuestro árbol.

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