sábado, 18 de mayo de 2019

La abuela me tiene envidia cochina.

La abuela sigue trayendo papeles de los distintos partidos y, a pesar de que la Cotilla me los ha querido quitar, no ha podido. Esta mañana he terminado de empapelar la salita. Mi trabajo  me ha llevado pero ahora estoy muy orgullosa. Mi salita es la más guay del barrio. Pijerío total. Estoy por hacer lo que los dueños de castillos: abrirla a las visitas y cobrar la entrada.

El concierto de pitos de la calle ha anunciado la llegada de los abuelitos y el mal aparcamiento del rolls royce. He sentido mariposas en el estómago y no sabía si era por hambre o por la ilusión de poder enseñar a mis ascendientes la maravilla que tengo en casa.

Al entrar los he empujado hacia la salita. - ¡Cerrad los ojos que hay sorpresa! ... ¡Ya podéis abrirlos! ¡¡¡TACHANNNNN!!! - Se quedaron ojipláticos. - "¿Quién ha hecho ésto?" - ¡YO! Es el último grito en decoración de interiores. - "¿Lo has deducido tu sola? - Me lo dijo la Cotilla y no sabes lo que he tenido que luchar con ella para que no siguiera quitándome éstos papeles.

De repente, el abuelito lanzó un grito agónico y cayó medio desmayado en el sofá. Estaba pálido y sus ojos giraban enloquecidos en las órbitas. Dijo una palabra que nos costó entender: - ¡¡¡SACRILEGIO!!! - El dedo índice, estirado, señalaba un punto en la pared. - ¿Esto? - dije poniendo la mano sobre dos papeles contiguos: - Si...si... (balbuceó Andresito) - Uno era del PP y el otro de Podemos, colocados de modo que las caras de los dos líderes se tocaban.

El enfado les duró hasta que colgué, delante, un calendario. Dejamos al abuelito descansando y fuímos a por el chinchón y las copas. Asomada al borde del bidón de gasolina psicodélico estaba Pascualita. Allí fue donde la abuela demostró que me tiene envidia: - "¿Siempre te crees todo lo que dice la Cotilla, boba de Coria? ¡Valiente birria lo de la salita! ¿Cómo vas a encontrar un padre para mi bisnieto si no eres más tonta porque no te entrenas? - Pero, abuela... - "¡Ni abuela ni leches! Y encima, por poco matas a Andresito de un disgusto" - Se volvió hacia la sirena, que no me quitaba ojo. - "¿A qué tengo razón preciosa mía?" - La media sardina hizo la señal de OK con sus deditos palmeados. - Furiosa, dije: - ¿Preciosaaaayyyyyyyyyyy! - Recibí el chorrito de agua envenenada en toda la cara.

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