miércoles, 25 de marzo de 2020

11º día de encierro. Para lo bueno y lo malo...

La abuela me ha llamado cuando aún no clareaba el día. - "Nena, abre la puerta de tu casa que voy a venir y no es cuestión de que toque nada con las manos." - ¡Ni hablar! - "¿No quiéres abrir la puerta?" - ¡No quiero que vengas! Y además, no puedes. - "Claro que puedo, boba de Coria. Me traerá Geooorge con el rolls royce..." - Está prohibido ir de visita. - "Ah, no es una visita. Vendré para quedarme." - ¡Menos todavía!

- "En casa me aburro mortalmente. En cambio tu estás con la Cotilla y Pascualita. - ¡Ya ves tú que personajes! - "No podemos ir a El Funeral porque lo cerraron por la pandemia. Con la Momia no puedo hablar. Desde que no están los cubanitos culitos-respingones, ha dejado de bailar y se pasa el día rezando el rosario, una y otra vez. Andresito se arrodilla con ella en el reclinatorio del siglo XVIII que guardan como oro en paño y la acompaña en el rezo. Solo salen de la habitación de ella para desayunar, merendar, almorzar, merendar, cenar. Vamos, que se pasan el tiempo comiendo y rezando."

- Pues házles compañía que, cuando te casaste jurastes estar con tu marido para lo bueno y lo malo... - "¿Yo dije eso? Estaría borracha. Acuérdate que empezamos la celebración en casa y tempranito... ¡Seguro que esa boda no vale! ¡No estaba en mi sano juício! Llevaba una tajada como un piano. ¡Ahora mismo voy a llamar al Obispo para contárselo y me quedo soltera en un plis plás! ¡Ves abriendo la puerta, que vengo!"

Pascualita, sentada en el frutero de la cocina, levantó los bracitos para que la cogiera. Se está acostumbrando a los brazos y entre lo que come y el poco ejercicio que hace, se pondrá como una albóndiga y en lugar de reptar por el suelo, rodará como una pelota.

Salimos al balcón a esperar ver aparecer el rolls royce... que no llegó. - Creo que la abuela ha sentado la cabeza. ¡Porque mira que es cabezona! Siempre quiere salirse con la suya y si está prohibido, más. - Pascualita hizo la señal de OK. - ¡No, no está bien!

Una hora después sonó el teléfono: - ¿Digaaaaaaa...? ¿En serio? jajajajajajaja ¿Eso ha dicho el Obispo? ¿Ves como no puedes venir a mi casa? Hale, a rezar.

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