lunes, 9 de marzo de 2020

El regalo de la Cotilla.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Me he encontrado a tu abuela y me ha puesto la cabeza como un bombo: que si plato de ducha por aquí, que si plato de ducha por allá ¡Menuda matraca! ¿tú sabes de qué va ésto del plato?

- Que ha quitado las bañeras de la Torre del Paseo Marítimo para poner platos. - ¡¿Qué me dices, boba de Coria?! - Lo que oye. Y están todos encantados... Ya me gustaría a mi hacer lo mismo (en mi voz sonó un poco de rencor y otro poco de envidia) - Ya te tocará la Primitiva, mujer jijijijijiji

La Cotilla se preparó para irse - Me voy corriendo que se me hecha encima la hora de "limpiar" los cepillos de las iglesias del barrio C. - ¿Qué barrio es ese? - Una clave que solo conozco yo. Sé los días que en tal sitio han cundido más las limosna, porque eso va por barrios y para que no delatarme un día que el chinchón se me sube a la cabeza, les póngo letras que no coincidan con su nombre real.

- ¡Menuda memoria tiene usted! Yo ya me habría liado. - Por eso yo tengo un piso que alquilo a turistas y tú no. - Eso ha sido un golpe bajo (me chirriaban los dientes de rabia) y encima tengo que aguantar sus ruídos.

Me senté con Pascualita. - Que vida más perra tengo... ¡snif!...  Sin novio, ni amante, ni perrito que me ladre. Solo te tengo a ti y a Pepe ¡ya ves tu que cuadro!... ¡snif!... Nadie piensa nunca en mi... ¡snif!...

Después de quejarme a gusto me quedé dormida... Y me dieron las tantas de la tarde. Cuando desperté, sobre mi falda había una nota que decía: Roncas más que un fuelle viejo. Para que no digas que nunca te regalo nada, y como ahora me van bien las cosas, te he hecho un regalo. Dudaba entre una botella de chinchón o "¡UN PLATO DE DUCHAAAAAAA!" Ya me contarás si te ha gustado... Por cierto, había un bicho asqueroso en el sofá, a tu lado. Lo he tirado al váter. ¡De nada!

Salí disparada para el cuarto de baño. La sirena estaba comatosa por culpa del agua dulce. Tuve que hacerle el boca a boca ¡siempre me toca a mi! Poco a poco volvió a la vida, entonces me acordé del regalo de la Cotilla y abrí las cortinas de plástico de un tirón Y allí estaba, dentro de la bañera, ¡¡¡UN PLATO SOPERO!!! ¡La madre que parió a la Cotilla!



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