lunes, 16 de marzo de 2020

La Cotilla está en un aprieto.


- ¡Esto no hay quien lo aguante! La Cotilla no deja de llorar y, para remate, a montado un altar en la salita, a pesar de mi prohibición, en la que ha metido las fotos de el Presidente del Gobierno, el Ministro de Sanidad y la de Bedulio rodeados de velas ¡negras!

- Cotilla, ya está usted desmontando este tinglado. - ¡Es un altar! a ver si aprendes a hablar con propiedad, boba de Coria. - ¡Sobretodo quite esas velas negras que dan mal fario! - ¡No pienso hacerlo hasta que me quiten a mi la multa que recibí por salir a pasear!

- Está prohibido. - A mi nadie me ha dicho nada. - ¡Lo dicen en la tele todo el rato! - Pero A MI no me lo han dicho. ¿Me han llamado por teléfono? NO. ¿Me han mandado una circular? TAMPOCO. En éste caso no tengo porque saberlo porque soy una persona muy ocupada, resolviendo cómo llegar a fin de mes y no puedo pasarme todo el santo día delante del televisor.

Y toda cargada de su razón, dio medida vuelta y se fue a la calle. Media hora después éstaba de vuelta arrastrando un carrito del súper cargado de paquetes.

Antes de que yo abriera la boca para protestar, la Cotilla dijo que en cuanto lo descargara, se lo llevaría. Así fue. Y yo aproveché para ver que contenían los paquetes.

- ¡Cotilla! ¿de dónde ha sacado tantas mascarillas? - Había un coche abandonado, con la puerta abierta, con estos paquetes. ¿Preferirías que se los llevara un cualquiera para venderlos de estraperlo? Que poca categoría tienes como persona. - ¡¡¡Oiga!!!

Sonó el teléfono. Era el señor Li. - Boba de Colia ¿estal Cotilla aquí? - Sí. - Yo venil ha hacel shusi con tlipas de Cotilla. - ¿Tlipas? ¿Qué es eso?... ¡¿Tripas?! - Si. Ella lobal paquetes de mascalillas que chinos legalal a policias Municipales. Bedulio los espela. Pol eso yo matal, pical y cocinal Cotilla. - Y colgó.

Corrí a avisarla. Su cara se puso blanca, roja, amarilla, violeta... en fin, toda una gama de colores. - Cuando salía por la puerta, huyendo, se volvió para darme las gracias. - ¿Por qué? - Por haberme avisado, nena... - Ah, no ha sido por eso. Es que si la matan en casa, me dejarán el piso hecho un asco entre sangre e higadillos y no tengo ganas de trabajar.

Pascualita y yo la vimos correr hacia una esquina mientras, por otra, aparecía el señor Li portando una espada en cada mano. Por un pelo no se vieron ¡Que cosas! - ¿Brindamos con chinchón por habernos librado de una árdua faena? - La sirena no se hizo de rogar.


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