lunes, 23 de marzo de 2020

9º día de confinamiento. La Nieta está de los nervios.

Cada mañana la Cotilla y yo nos sentamos a desayunar y escuchamos el "parte de guerra" contra el coronavirus. Después tenemos que darle un tiento a la botella de chinchón. No me acabo de creer que nos esté pasando ésto en pleno siglo XXI.

Una pandemia como ésta me retrae a la Edad Media, cuando la gente creía que el fin del Mundo llegaría en plan espectáculo pirotécnico.

Las pandemias arrasaban aldeas, pueblos y dejaban casi desiertas las ciudades. Caían los Reyes, los Obispos, Cardenales, Príncipes y Princesas además de casi toda la plebe. Pero, claro, eso era antes de que se descubrieran tantos adelantos como hay ahora y las vacunas.

Se ve que los virus son muy tradicionales y de cuando en cuando, se montan un sarao que nos deja descolocados a los mortales. - Nena, tenemos que hacer limpieza general para echar a los virus (dijo la Cotilla)

Salté de la silla - ¿Ha visto alguno? - Cómo lo voy a ver si es microscópico. O eso es lo que dicen para despistarnos... - ¡No diga tonterías! - Aunque quise disimular, esa frase caló en mi cerebro y desde entonces voy por la casa dando zapatazos al suelo. Algún virus mataré, digo yo.

Pascualita, harta del ruído que hago, no para de tirarme agua envenenada. Por eso me he puesto las gafas de sol. Pero todo cansa y más cuando tienes los nervios de punta. He cogido a la sirena mientras hacía una pausa entre buchito y buchito y la he tirado por la ventana.

El árbol de la calle la esperaba con las ramas abiertas como si fueran brazos. Pero la muy jodía no se ha ido de vacío porque, antes de salir despedida me ha mordido el dedo índice que ahora parece una gorda salchicha de Frankfurt y duele como un demonio.

Para olvidarme del dolor, solté por la boca lo que no está escrito. Hasta la Cotilla salió de su cuarto, escandalizada de mi vocabulario. - ¡Niñaaaaaaaaaaaaa! ¡Esa boca! - Ahora Bedulio aporrea la puerta porque tiene que entregarme una multa por escandalizar a la barriada. - ¡Abuelito, abreeeeee! (grité) - Se oyó la voz temblorosa del Municipal - ¿Qué... abuel... ito...? - ¡El primerooooooo! - Los pasos que bajaban la escalera como si estuvieran batiendo un recórd mundial "me dijeron" que Bedulio y la multa se habían esfumado.

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