jueves, 26 de marzo de 2020

12º día de cuarentena. A Pascualita no le gusta el teléfono.

- ¡Tengo frío, tengo fríooooooooooooooo! - Eso se arregla pronto, boba de Coria (dijo la Cotilla mientras intentaba colocar las velas del dichoso altar del Emérito. - ¿Qué tengo que hacer? ¿dar saltos mortales? ¿echarme un edredón encima? - No hace falta. Te vendo una manta eléctrica... - ¿Cómo que me vende? - ¿No querrás que te la regale? - No estaría mal sabiendo que está de gorra en mi casa. - De gorra tampoco. ¿Qué hemos desayunado hoy, gracias a mi? - Magdalenas... - ¡Lo ves! Y no te he pedido ni  un euro. - A saber de cuándo eran porque se me ha caído una en el pie y creo que voy a cambiar la uña del dedo gordo. ¿A qué son del siglo XX?

- No quiero discutir (ha dicho la muy ladina) - ¡Discutamos, Cotilla! - Tengo cosas más importantes que hacer (y ha seguido trasteando con las velas)

He aprovechado para echar agua caliente en el acuario, cosa que la sirena me ha agradecido tirándome un buchito de agua envenenada... pero con buenas intenciones, quiero creer. Aunque, un cierto olor a pescado me ha sacado de dudas. Creo que me he pasado calentando el agua y a punto he estado de cocer a Pascualita... Podría haberla adobado jejejejejejeje y probaría una carne antidiluviana.

La sirena saltó a la mesa del comedor. - En ese momento sonó el teléfono. Era la abuela. - "Aaaayyyy, que añoranza tengoooooo. ¿Qué hace mi chiquitina bonita?" - Pues discutir con la Cotilla y... - "Me refiero a la sirena, alma de cántaro" - Ya me extrañaba... - El primer abuelito bajó de lo alto de las cortinas para acariciarme, apenas fue un ligerísimo soplo, la cabeza. ¡Es más majo! Por eso se lo cargaron, o no, las dos amigas.

- Pónle el teléfono en la oreja que quiero hablar con ella. - No hace falta. Ahora lo cogerá. - "¡¿Pascualita?!" - No, la Cotilla. - "¿Quién habla de ella?" - Tú... ¿no? - "¡¡¡NO!!!"

Cuando la sirena vio que iba hacia ella con el teléfono en la mano, se revolvió contra mi como si fuera a cargármela y de un salto se colgó de una de mis orejas, justo la que, ahora mismo, no tiene nada que envidiarle a las de Dumbo ¡¡¡La madres que parieron a la abuela y a Pascualita. Que dolooooooor!!!

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