domingo, 20 de diciembre de 2020

Abuelito ¿dónde estás?

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa¡ No hay mal que por bien no venga, nena. Estas Navidades nos van a salir baratísismas porque solo vamos a ser dos. - ¿A quién va a invitar, Cotilla? - A nadie. Voy a comer y cenar aquí, contigo, para que no te sientas sola. - ¿Que delicatesen traera en Noche Buena? - ¿Yoooo? Con mi paguita exigua...  Ninguna. Total para dos... - Podría traer unos tomates. - Si solo es eso... - Haré pan con tomate y lo mojaremos en el cola cao.

- ¡¿Solo vamos a cenar eso?! - La Pandemia exige moderación. - Pero ¿tanta? - Como dijo una niña en televisión: - Peor es estar muertos.

La Cotilla se levantó hecha un basilisco y salió dando tal portazo que, a punto estuvo de sacar la puerta de su sitio. - Le grité: - ¡Traiga también una pandereta!

Pascualita, que dormía a cola suelta, pegó tal respingo que dio de cabeza contra el techo del comedor y quedó conmocionada. La bola de polvo, con sus encantadores ojitos, rodó como un soplo hasta ella para ayudarla. A mi primer abuelito se le veía feliz. - Tanta gloria lleves como descanso dejas, Cotilla  (dijo) - Y le hizo un brindis al sol que, en esos momento, iluminaba la botella de chinchón que estaba sobre la mesa.

De repente algo saltó cerca de mi y captó mi atención. Era una alegre araña saltariana. Inmediatamente la aplasté - ¡Chaf! - La voz del abuelito me llegó telepáticamente al cerebro: - No podrás con ella. Se aplasta, disimula y renace como el ave Fénix. La conozco porque llegamos juntos al Más Allá. 

- ¿También hay bichos allí? - ¡Claroooo! Bichos somos todos. - ¿Dragones... también? - No lo dudes. - Quedé pensativa... - Entonces seré mala e iré de cabeza al Infierno, donde no habrá nada de todo lo que me asusta... - ¿Quién te ha dicho que estoy en el Cielo, nena?... Yo no jejejejejejeje.

 

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