jueves, 3 de diciembre de 2020

Obsesiones.

He llegado a casa echando el bofe y sudando a mares. He tenido que coger el ascensor para subir porque las piernas no me daban más de si. ¡Y toda la culpa la tienen los del Tiempo de la tele! Me obsesiono con lo que predicen y si va a nevar, aunque la nieve caiga en el mar, yo me tapo con siete jerseys. 

Lo último que he escuchado es que habrá un vendaval en la isla y como no dicen, exactamente ni dónde ni cuándo, pues me he llenado de piedras los bolsillos del vaquero y del anorak para que no me lleve el viento mientras voy por la calle. ¿Alguien ha visto al viento?... yo tampoco.

- Aaaaaayyyyy, que cansancioooooooo. -

Pero lo malo es que no soy la única que se obsesiona con las predicciones meteorológicas. El árbol de la calle, que desde que se tragó el bolso de la Cotilla no había abierto la boca, se ve que ya ha hecho la digestión de semejante bocado y hoy ha vuelto a cantar, pero no como un pajarillo, sino como un grillo afónico.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! - A usted quería verla ¿qué llevaba en el bolso, Cotilla? - De todo un poco. - Y nada bueno al parecer porque mire que voz se le ha quedado al árbol. - Pues, dentro de la desgracia de quedarme sin mis avíos, fue una suerte que encestaras en su boca. Eso me libró de la persecución de la Mafia China... - ¿Qué me dice? - Pues lo que te estoy diciendo, boba de Coria ¿no te enteras?

La abuela llamó por teléfono: - "Nena, tu que tienes amistad con el árbol de la calle, dile que quiero  que cante villancicos en la Torre del Paseo Marítimo" - ¿Cuánto le pagarás? - "Nada. Es un árbol" - ¡Y tú una aprovechada! - "Pues anda que tú que te quedas su sombra en verano" - Que jodía es la abuela.


No hay comentarios:

Publicar un comentario