domingo, 6 de diciembre de 2020

Una oportunidad perdida.

 La abuela me ha llamado para que vaya con ella a nadar. - Dirás merendar. - "Si quisiera decirlo, lo diría ¿no te parece?" - Como nadar y merendar terminan igual... - "Pasaré a recogerte a las... " - ¡Ni hablar del peluquín! Me quedo en casita tan ricamente. - "Es en la piscina de mi amiga y vecina, Maripuri. La tiene climatizada" - ¿Y? - "Conocerás gente nueva" - ¡Que no! - "¡Pues yo quiero un bisnieto para el 2021!"

Cada vez que acaba un año, a la abuela le entra la neura del bisnieto y éste, aunque raro y perverso a causa del coronavirus, no se va a diferenciar de los otros en éste caso. 

Por la puerta abierta del balcón entra una hojita, caída del árbol de la calle. Antes de subirme en ella, meto a Pascualita en el termo de los chinos y lo cuelgo de mi cuello. 

Al abrir los ojos tengo ante mi un paisaje blanco inmaculado, con abetos colocados con maestría aquí y allá. El frío es glaciar y la sirena ni siquiera asoma la nariz por mucha propaganda que le hago: - ¡Mira que bonito! - Ni caso. Es más lista que el hambre. En cambio yo me presento en el Polo Norte (he visto el letrero indicador) con una bata de boatiné que fue de la abuela cuando todavía era una proletaria y zapatillas rosa con pompón del mercado de Pere Garau.

Unos hombrecitos verdes, con cascabeles en sus ropas, se nos acercan alegres. - Vaya, Pascualita, ésta vez si que hemos viajado lejos ¡Estamos en Venus! Nunca una sirena había llegado hasta aquí. 

- Me cogen de la mano y me arrastran con ellos. Me ponen la cabeza como un bombo con tanto cacabeleo y no me fío de ellos. - ¡Eh, eh, las manos quietas! - Al oírme gritar, Pascualita, que está de mal humor por el frío que está pasando y que ha tenido que meterse en uno de los bolsillos de la bata porque el agua del termo se ha helado, le arrea un mordisco al venusiano que tiene más cerca. Y de repente, todos gritan. - ¡Anda, los venusianos se llevan tan bien que, lo que le duele a uno, le duele a todos!

Una zapatilla gigante viene volando hacia mi. Del zapatillazo me manda de vuelta a casa. Aturdida, llevo a Pascualita al acuario y al sacarla del bolsillo cae un papel al suelo: - ¿No querías un bisnieto, boba de Coria? ¡Anda y que te lo traigan los Reyes Magos, atontá!... Firmado: Papa Noel.



 

 

 


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