martes, 1 de diciembre de 2020

¿Un Auto de Fe a éstas horas?

 La abuela me ha visitado cuando aún no habían puesto las calles. - "Dile a tu pregonero que se calle de una  jodía vez¡ - ¿Ein...? zzzzzzzzzzz - "¡Despierta o arderás junto con el árbol de la calle!" - ¿Ah... sí...? zzzzzzzzzzzzzzzz

Zarandeándome, cada una de un brazo, la abuela y la Cotilla intentaban traerme al mundo real mientras  yo me aferraba al de los sueños hasta que me echaron una jarra de agua fría a la cara.

- ¡Socorrooooooooooooooo, me ahogooooooooooooooooo! - Las marmotas se quedan a la altura del betún durmiendo comparado con tu nieta. ¿Cómo puedes dormir con éste escándalo? 

Tenía razón la vecina porque, una vez vuelta a la vida, oí que el árbol seguía llamando a Pascualita. - "¡Desde la Torre del Paseo Marítimo se oye! Toda Palma esta despierta pero he oído decir que van a preparar un enorme fogueró con él y aprovecharán que, ya que estamos estamos levantados, asaremos botifarrones, sobrasadas, pan y lomo" - Ya están poniendo las mesas y sillas que les ha facilitado el Ayuntamiento.

- ¿Estáis hablando del árbol de ESTA calle? - No hay otro en toda la ciudad, como éste, nena. -¡Por eso no pueden quemarlo!

Salí al balcón, con el camisón mojado y pegado al cuerpo. Grité: - ¿De qué váis? - De repente alguien silbó con admiración. La abuela se hinchó como un pavo - "¡Gracias!" - hasta que se dio cuenta que, piropos y groserías, eran para mi: - ¡Eso es un cuerpo y no el de los munici... pa... ¡Holaaaa, guardia!

Bedulio traía cara de pocos amigos: - ¡Circulen, circulen! - Noooo. ¡Yo quiero torrar la sobrasada, puñemas! - Muchos mecheros se encendieron cerca del árbol que, de pronto, entendió lo que pretendían y cambió el Pascualita por ¡Asesinooooooooooooooooos!

- ¡Calla, coooooñe! -  E hice canasta en su bocaza con el bolso de la Cotilla (lo que tenía más a mano) y se lo tragó. - ¡¿Qué has hecho, boba de Coria? Allí llevo todos mis chanchullos de los trapicheos nocturnos! Ayayayayayayayayyyyyyyyyyyy ¿Qué va a ser de mí ahora? ¡Buuuuuaaaaaaaaaa! 

El árbol enmudeció. Y todos respiramos aliviados, tanto que se olvidaron de la hoguera y de la fiesta que pensaban montar. Ahora les invadía el sueño y cada mochuelo se fue a su olivo a dormir... Menos la Cotilla.

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