martes, 8 de diciembre de 2020

Goteras.

 Tengo una gotera en casa. Normal, si llevamos dos días viendo lluvia. Incluso granizo... - ¿Sabes qué es el granizo, Pascualita? - Me enseña los dientes. Que inculto es éste bicho. - Son bolitas de hielo que caen del cielo y, a veces rompen cristales y tejas, cosa que provoca goteras... ¡Un momento!

He subido corriendo al terrado para ver las tejas porque, de repente, no recordaba si había o no. Y no. No hay. Solo un terrado grande, con hilos para tender la ropa de nadie porque todas las vecinas tienen secadoras.

Al bajar hablé, de nuevo, con la sirena pero no estaba atenta porque se dedicada a sacar fuera, con ayuda de sus manitas palmeadas y su hermosa cola de sardina, el agua del acuario.

Faltó el canto de un duro para estrellarme contra el suelo, menos mal que tengo experiencia en salvar trompicones y patinazos pero, no por eso, dejé de llevarme un buen leñazo en la cadera contra la mesa del comedor.

Mi primera abuelito se entusiasma con mis proezas y telepáticamente, me anima a presentarme a las Olimpiadas - ¡Ganarás el oro y la Cotilla te lo birlará! - Se cabrea cuando le repito que mis habilidades no son olímpicas.

El caso es que, teniendo nueve pisos encima, es difícil que haya una gotera ¡pero la hay! Ahora mismo suenan sus gotas en la lata, vacía, de la fabada que nos comimos ayer la Cotilla y yo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Funciona! Estaba segura de ello. - ¿Qué se ha "encontrado" hoy en la calle. - Mal empezamos... - Vale, perdoneeee... pero ¿tiene usted algo que ver con ESTO? (señalé la lata) - Naturalmente. Usamos tantas latas a la semana... - "Uso" - ¿Qué quiéres decir? - Que las compro yo, por lo tanto, las uso yo aunque usted las vacíe por la patilla.

- Decía (se hizo la locatis)... ¿qué decía? ... pues, eso, que la vecina del segundo, también cobra una pensión como la mía: mínima. Me pidió ayuda ¡Ya ves tú, a mi, que estoy a dos velas! y pensé que sería una buena ocasión para aprovechar tanta lata vacía pero tenía que ver si funcionaba.

- Ayyyyy, que mal me huele estoooo... - Con ayuda de un berbiquí de si difunto marido, agujereamos una baldosa y quedamos que, cuando lloviera, ella tiraría un chorrito de agua por ese agujerito ¡Y funciona! - ¡La madre que la parió! - Esta noche, en el trapicheo, me voy a forrar vendiendo latas contra las goteras. - ¿Me llevaré un tanto por ciento de las ganancias por lo menos, no? - No. Lo justo es que se lo lleve la vecina del segundo. Tu no has hecho nada, boba de Coria. - ¡Comprarlas, ¿le parece poco? - Sí, pero llenas y así no me sirven.

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