lunes, 14 de diciembre de 2020

Sin Navidades en el horizonte.

 - Nenaaaa... ¿puedes acojerme en tu casaaaaa...? - ¿Abuelito? - Sí, soy yo. Tu abuela me ha mandado a paseo porque he cogido una tableta de turrón. Dice que son para Navidad y ahora no se tocan. - Pero si no habrá Navidad éste año. - ¡Exacto! Es lo que le he dicho pero es más tozuda que una mula... ¿dime querida? (es tu abuela, nena)... ¿Qué si tu eres la mula? Noooooo... Hablába de la Mula Francis con tu nieta. (¡Uf! por poco me pilla)

El caso es que Andresito ha llegado a casa con una maleta abultada. - ¡No me digas que has arramblado con mantecados, polvorones, turrones...! jajajajajaja - No te lo digo porque no es verdad. Tu abuela ha dicho que no vuelva a casa hasta Navidad, pero no ha dicho de qué año, por eso he traido ropa para todas las Estaciones

Se acabó la tranquilidad. He trasladado el acuario a mi cuarto para evitar sobresaltos entre Pascualita y el abuelito. Pero a la sirena no le ha hecho ni pizca de gracia. Allí está sola, no se entera de nada y en represalia ha vacíado el agua de la pecera sobre la cama. A ver dónde duermo yo ésta noche.

Mi primer abuelito, que está monísimo con sus nuevos ojitos de bola de polvo, le ha hecho la señal de OK a la medio sardina. Está mosqueado conmigo porque he metido a Andresito en casa. - ¡Tengamos la fiesta en paz o abro la ventana y dejo que se te lleve el viento hasta el otro extremo del mundo! - Y para enfatizar más mi enfado, me puse en jarras. Me respondió, telepáticamente, diciendo: - ¡Anda y que te ondulen con la permanent, boba de Coria! - y me dió la espalda.

Un impulso me ha llevado hasta el árbol de la calle, engalanado con lucecitas leds para hacernos olvidar el coronavirus. - ¿Puedo dormir aquí ésta noche, porfi? - La voz que salió de las profundidades de la boca de madera, dijo: - Si traes una manta... Debe ser agradable. - ¡Hecho!



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