domingo, 23 de mayo de 2021

Discurseando.

Pascualita y Pepe me miraban desde el frutero donde los había colocado para que escucharan mi discurso inaugural del día y, en caso de querer, me dieran la réplica: - Quedamos en que la Primavera está loca ¿verdad? Pero que muuuuuy loca. Loquísima. ¡Pues que la encierren en el manicomio! ¿Por qué tengo que aguantarla y preguntarme cada día, cuando abro los ojos ¡con lo que me cuesta hacerlo por culpa de las legañas! (Otras que podrían ir a hacerle compañía a la puñetera Primavera) ¡¿Qué me pongo?! ¿cómo debo vestirme hoy? ¿hará viento? ¿frío? ¿helará? ¿sudaré como una condenada a galeras? 

No hubo réplica sino, indiferencia ¿Qué se puede esperar de un bicho más antiguo que Adan y Eva?. ¿Qué ha visto la evolución de las especies desde que apareció la primera mosca hasta ahora? ¿Qué vive en remojo y que siente frío o calor porque la abuela se lo ha enseñado metiendo en el acuario, cubitos de hielo cuando ella tiene calor y agua caliente cuando tiene frío? Pues eso, silencio total y a esperar que escampe. 

¿Y Pepe? Una cabeza que cortaron y redujeron los jíbaros después de hacerse un buen estofado con el resto del cuerpo. Un cascarón vacío que, por arte de biribirloque, dice OOOOOOOOOO y mueve, despacito, el ojo-catalejo que le salió como al que le sale un grano. ¡Nada tampoco! Así ¿cómo vamos a arreglar el mundo, tío Facundo?

Pues hoy, 23 de mayo, hace frío y ayer hizo un calor de verano. Ayer sin mangas, hoy con el forro polar puesto dándome calorcito. ¿Y mañana?... ¡Huuuuuy, mañana! ¡Que risa, Maria Luisaaaaaa!

¿Y tú, abuelito, no dices nada?... ¿Qué?... ¿Que la lámpara del comedor tiene polvo? ¡La madre que te parió!

 

 

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