jueves, 6 de mayo de 2021

Reencuentro.

La abuela estaba histérica esperando que diera la hora de salir pitando para reencontrarse con sus amigas de toda la vida. Pensaba que no se reconocerían. Llevaban taaaaanto tiempo sin verse debido a la Pandemia que no sería raro a pesar de que yo le decía lo contrario.

- "¡Que sabrás tú! ahora tenemos canas y arrugas que, al no verlas evolucionar, no conocemos. Y muchos más: ¡me duele aquí! que antes de encerrarnos en casa ¿Y si hemos crecido o menguado, o engordado... eso seguro. Lo que yo te digo ¡no nos reconoceremos!

Me gustaría saber por qué tiene que venir a casa a soltarme sus neuras teniendo la Torre del Paseo Marítimo.

- "¿Dónde está Pascualita? ¿La has escondido? ¡Tengo que llevármela para que la conozcan! - ¡Ni hablar del peluquín, abuela! Y menos con el coronavirus suelto por ahí. ¿No ves que le pueden dar la culpa a la sirena? - "Pero si es pan bendito, pobrecilla" - Porque es más fea que Picio.

Sonó el teléfono y, como me pillaba lejos, grité: - ¡Abuela, coge a Pascualita que yo no puedo¡- Cuando volví a la salita, ni la sirena ni la abuela, estaban alli y el teléfono seguía sonando.

Al volver del paseo, venían radiantes. La abuela y sus amigas se habían reconocido al instante. Tuvieron que aguantarse las ganas de achucharse y besarse pero rieron, hablaron por los codos, de echo la abuela está, ahora mismo, con la lengua en remojo. Casi volvieron a sentirse aquellas jovencitas de los años sesenta, sentadas en clase de mecanografía, felices y despreocupadas.

Aprovechando que la abuela casi no podía hablar, le heché la bronca: - ¿Por qué te has llevado a la sirena a pesar de lo que te he dicho, abuela? - Me miró, sorprendida y balbuceó: "haf, dichof: !cófela! y la fe cofido" 

¡Cómo coja al que le puso el nombre de Pascualita al teléfono...!

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