jueves, 20 de mayo de 2021

La ballena.

 Estaba yo de cháchara con el árbol de la calle cuando el chirrido de un frenazo en seco ha hecho que mirara hacia la calle. El rolls royce de los abuelitos acababa de llegar tras una carrera con el autobús de línea para quitarle como siempre, el aparcamiento.

La abuela salió del coche muy veraniega. - "¡Nena, baja que nos vamos a la playa!" - No tengo ganas... - "¡Y bájate a quién tú sabes!" (está visto que a la abuela le importa un pimiento la opinión ajena).

No me quedó más remedio que meter a Pascualita en el termo de los chinos y salir por pies, entre otras cosas porque, de seguir con la discusión acalorada entre el autobusero y Geoooorge, iban a terminar como el Rosario de la Aurora.

Cuando el rolls royce arrancó vi venir, con parsimonia, a Bedulio, libreta de multas en mano. La abuela y yo lo saludamos, efusivamente, con la mano y el puso los ojos en blanco, con alivio por perdernos de vista.

- "Vamos a Santa Ponça, Geoooorge ¡A toda pastilla! Y tú (se volvió hacia mi) pintate un poco que pareces un alma en pena y hay que estar preparada por si te hacen fotos." - ¿Para qué y por qué van a hacerme fotos? - Por toda respuesta me alargó su barra de labios rojo pasión.

En la playa había poca gente a pesar del buen día sin embargo donde se abre la bahía, había aglomeración de personas haciendo fotos con el móvil. Y la curiosidad nos llevó hasta allí - "¿Lo ves? Te lo dije. En cualquier momento pueden hacerte una foto que te haga famosa" - Y me empujó.

Me pilló de sorpresa y caí al agua con el glamour de un saco de patatas. En seguida pensé que no había cerrado del todo el termo de los chinos y mientras me hundía, apreté el tapón que se estaba desenrosacando. 

Que difícil es estar en el agua vestida, entrabietada y temiendo que Pascualita se escapara. Todo a la vez. Por fin, entre ahogos, sorbos de agua de mar y el pelo en los ojos, conseguí aspirar una bocanada de aire y me acerqué hasta las rocas invadidas por los curiosos esperando una mano amiga que me ayudara a salir de allí. - "¡No salgas todavía , nena, que tengo que negociar la exclusiva!" 

Pero una sombra enorme pasó, lentamente, por debajo de mi sin apenas mover el agua ¡Era una ballena de unos ocho metros!

Batiendo todos los récords salí del agua, histérica. - ¡Estás loca, abuela! ¡¡¡¿Y si me hubiese comido?!!! - "¡Que lástima. Las fotos hubiese triplicado su valor!... Además, tu no eres Pinocho."

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