viernes, 15 de octubre de 2021

De plantón.

Aún me dura el enfado contra mi misma y como no quiero ser la única cabreada de la casa, le he puesto un espejo a Pascualita en el acuario y llevo media hora esperando el resultado. Debe dormir dentro del barco hundido.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Vengo a encender unas velitas a... - ¡A nadie! Por lo menos en esta casa Y MIENTRAS YO ESTE EN ELLA. - Es por una buena causa (lloriqueó). Ya sabes que están juzgando a Villarejo... Ah, se me olvidaba. Bedulio quiere salir a cenar con su mujer y un amigo y necesita una chica que le acompañe y así serán cuatro. Y ha pensado en ti. -  ¿Bedulio? - Sí. Ves y lo pasarás bien. - Lo pensaré.

La Cotilla cogió el mando de la tele y no paraba de cambiar canales: - ¡Pare ya, coñe! - Es que tenía que decirte otra cosa y no puedo recordarla... Algo del señor Li... - ¿Para mi? - ¡Ya me acuerdo! Que te invita a la fiesta del Año Nuevo Chino. - Aún falta mucho... - ¡No! Lo han adelantado a hoy por si vuelve la pandemia a lo bestia y clausuran las fiestas. - Pues ahora me pone en un compromiso, Cotilla. Dos eventos el mismo día... No iré a ninguno y Santas Pascuas.

- Son a distintas horas. Podrás ir a los dos. Pero arreglate ya, mujer y no tendrás que correr.

Hice caso a la Cotilla y poco a poco, me fui ilusionando, incluso llamé a la abuela para contárselo. - "Trata bien al amigo de Bedulio que, de ahí, puede salir mi futuro bisnieto."

Una vez lista, me tomé tres o cuatro copitas de chinchón para darme ánimos. - ¡Vete ya, pesada! - Salí a la calle hecha un pincel. Antes de llegar a la esquina me di cuenta de que no llevaba la mascarilla. Di la vuelta deprisa y tropecé con el Municipal que dijo: ¡Lagarto, lagarto! - ¡Luego nos vemos! (grité yo)

Una rama del árbol de la calle se sacudió dejando caer un sin fin de hojitas sobre mi. - ¡Oyeee! - Una vez captada mi atención, la rama señaló la ventana de la salita con una iluminaria que no era normal. - ¡La madre que la parió!

La Cotilla se había salido con la suya y encendido cuantas velas, velitas y velones tenía a mano, en el altar de los Amigos de lo Ajeno. El cubo de agua que tiré los apagó todos, dejó chorreando a la vecina y a Pascualita prendida de una de sus tristes tetas.

Rabiosa como estaba de no poder destrozar a la enemiga que se reflejaba en el espejo que yo había colocado en el acuario, atacó con fuerza aquel lacio apendice. Mordió, mordió y mordió hasta que conseguí arrancarla de allí.

Ahora, tanto la sirena como la Cotilla tienen un coma etílico después de la botella de chinchón que les di, por separado, para calmarlas. Mañana la vecina andará de lado debido al grosor y turgencia del pecho atacado. Y yo sigo esperando que venga a buscarme el amigo de Bedulio.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario