martes, 12 de octubre de 2021

Que jodía.

 Aaaayyyyy, que ganas tenía de que amaneciera para ver si se calmaban las cosas y, por fin, podía dormir a pierna suelta porque, entre el concierto de jadeos que salían de casi todas las ventanas del edificio y más tarde, la sucesión de golpes en la entrada de la escalera, no he pegado ojo.

Pero con la llegada del día no se ha calmado nada. Ha habido, eso sí, gritos, portazos: - ¡Me voy a casa de mi madre, cabroncio! - ¡¿Dónde has pasado la noche?! Aqui.... - ¡Echame el aliento, Marijuli que me tienes mosca!... - Y así toda la mañana en casi todos los rellanos.. 

Me asomé por el agujero del comedor y vi a Torcuato picando, xino xano, mientras un grupito de vecinos sacaban las espuertas de tierra a la calle. Eso llamò la atención de alguien y aprovechando que tenía móvil nuevo, tiró de él y poco después se presentó Bedulio, bloc de multas en ristre.

A todo ésto el árbol de la calle tocó con sus ramas a la cristalera del comedor que se abrió obediente. - Nena (me dijo), tus vecinos ya me están tocando las raíces y no lo voy a consentir. - A mi que me registren. Me voy a ver la tele. - ¡Oye! Tendrás cara...

Fue entrar en la salita con la sirena en la mano y mi primer abuelito, subido a la lámpara (que estaba encantada de tenerlo para ella sola durante el tiempo del Desfile de las fuerzas armadas y no la bruja de la lámpara del comedor que siempre lo acapara) gritó y se dio un batacazo contra el suelo. - ¿Te has hecho daño? (pregunté, solícita) - No porque soy un ánima pero ¡mira el humo de colores de los aviones! - ¿Y ese morado? - ¡Ese morado! 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - Cotilla ¿no será usted la responsable? (dije señalando la pantalla) - No contestó, se limitó a sonreir pícaramente. - Que jodía.


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