domingo, 3 de octubre de 2021

Por eso la llaman COTILLA.

 Solo falta que en casa ponga aquellas lámparas de discoteca, redondas y llenas de espejitos que reflejaban la luz por todo el local... Pues no es mala idea. Preguntaré al señor Li si tiene alguna en el sótano de su tienda.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Qué es eso que quiéres pedir al señor Li, boba de Coria?

Si me pinchan no me sacan sangre. ¡La Cotilla lee el pensamiento! Porque yo no había abierto la boca. Ahora tendré que estar con la mente en blanco mientrs esté por aquí, con lo pesado que es eso porque, basta que no quiera que se entere de nada para que me vengan recuerdos a borbotones.

Aturdida por el descubrimiento, le conté lo que quería saber, después miro en derredor fijándose en el color de las paredes. - Tienes razón. Podemos montar una discoteca turística como hay otros que tienen pisos turísticos. ¡Y cobraríamos entrada a los cuatro guiris que pasen el invierno en Mallorca!

Llamaron a la puerta. Era Bedulio. - ¿Así que éste piso es turístico? ¿Y sin declarar? Se te va a caer el pelo. 

El ánima de mi primer abuelito, subido en la lámpara del comedor, discutía con ella - Que noooo, guapetooooona. Que no voy a dejarte por la psicodélica. - ¡Eso decís todos pero en cuanto veis una novedad os falta tiempo para largaros con ella - Yo te juro... (les dejé con sus cosa para centrarme en las mías)

¿Cómo demonios se enteraba la Cotilla? Pero, por más que pensé y pensé, lo único que saqué en claro fue un fuerte dolor de cabeza que curé, ipso facto, con unos chinchones on the rocks. Ya más despejada solo pude que subrayar lo evidente: por algo, a la vecina, la llama COTILLA.

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