miércoles, 22 de diciembre de 2021

!FELIZ NAVIDAD!

 El frenazo del rolls royce aparcando en la parada del bus, puso música de fondo al ruido del tráfico que andaba alocado en busca de las últimas compras para los tres días navideños y festivos que están ya a la vuelta de la esquina. 

Los abuelitos venían, imponentes, envueltos en sus mejores galas y, tanto la abuela como la Momia, cuyos diamantes lanzaban rayos irisados dejándome cegata, parecían puertas restauradas por un amante de poner, cuantas más capas de color, mejor. ¿Y las pestañas de ambas? Medían medio metro de largo y así estoy yo, con un constipado de campeonato gracias al abaniqueo al que me sometieron para demostrar quien de ellas las movía con más arte. 

Tampoco Geoooorge se quedó a la zaga. Lucía corbata con el estampado de la bandera inglesa y, de fondo, la cara guasona de la Reina de las reinas: Isabel II. 

Mientras la Momia buscaba una butaca para descansar sus ancianos pies a los que obligaba a calzar estilettos un pelín más bajos que los de su nuera.

 Dando un repaso de arriba abajo, la abuela dijo: - "¿Aún estás así, boba de Coria?"

Llamaron a la puerta: Bedulio, magnífico con su uniforme de gala de los Municipales y oliendo a Varon Dandy, entró en casa con menos gallardía de la que se esperaba de él y que recuperó cuando, solícita, le dije que mi primer abuelito no estaba.

La Cotilla entró embutida en un vestido de lamé dorado, con cola que se pisaba cada dos por tres y zapatillas de deporte verde fosfi. Estaba total. No pude decírselo porque no me salían las palabras de la impresión que me causó.

Engalanados estaban el árbol de la calle con las luces de Navidad iluminadas como si las hubiese encendido el alcalde de Vigo en persona. Muchas de las hojitas lucían gorritos de Papa Noel y todos, a coro cantaban villancicos. 

También estaban elegantísimos Pepe el jibarizado luciendo un peinado de trencitas adornadas con lacitos tornasolados. Los comensales de la Cena, en ésta ocasión habían dejado de lado las túnicas y llevaban frac. ¡Menudo cambio!

La lámpara del comedor lució sus más espectaculares bombillas de mil colores. La critalera había vestido sus cristales de estrellas de nieve que me dieron frío cuando me acerqué a verlas. 

Todos estaban elegantísimos y espectantes. Pascualita surgió del acuario con la cola revestida de escamas de madreperla y coral. Hasta su pelo-algas brillaban en la oscuridad. Yo me puse el mejor de mis pijamas porque me había dicho la abuela que llevásemos traje de noche... Menos mal que no incorporé al modelito un orinal para dar mayor veracidad al conjunto.

Y entonces llegó él. El ánima más elegante del Más Allá. Envuelto en un sudario hecho con ramas de pino muy aromático, como pude comprobar cuando todos los presente sintieron el aroma: - Huele a ambientador de coche (dijo el metepatas de Bedulio) - No hubo revancha pero sí exhibición cuando, flotando sobre todos nosotros, el traje ardió dejando tras de si un sinfín de pavesas doradas.

Después, todos los personajes miramos a la pantalla del ordenador para desearos a todos los amigos y amigas de la loca familia de Pascualita UNAS FELICES FIESTAS, MUCHA SALUD, MUCHÍSIMA, MONTAÑAS DE SALUD Y MUCHA FELICIDAD. ¡¡¡OS QUEREMOOOOOOOOOSSSSS!!!

 

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