viernes, 24 de diciembre de 2021

Paveando.

 Por la mañana, la cabeza de la pava estaba ¡en el acuario! 

Corrí al cuarto de la Cotilla, entré como un torbellino y la desperté zarandeándola enérgicamente: - ¿Por qué ha metido la cabeza de la pava en el acuario? - ¿Eh...? ¿Hay un incendio... ¿ah?, la pava...  He pensado que quería bañarse y como ese sitio lo tienes solo para plantas pues... - ¿Y ha tenido las santas narices de entrar en mi cuarto, en plena noche... - ¡Alto ahí! Estaba sobre el aparador. - ¿Y quién la puso ahí? - A mi que me registren...

Pepe había desaparecido y lo encontré en su estante de la cocina. Por más que le pregunté no supo, o no quiso, decirme nada. ¿Y Pascualita? Acabé encontrándola de tertulia en la mesa de la Cena. Y no fue ésto lo peor sino que vaciaran una botella de chinchón entre todos.

Invoqué a mi primer abuelito: - Estoy echa un lío. ¿Qué pasa con la cabeza de la pava y los paseos que se han dado ésta noche Pascualita y Pepe? - ¿Esta noche? dirás TODAS las noches porque se las pasan zascandileando por ahí. - ¿Y por qué no he sido informada? - Soy tu abuelo, no una oficina de Información y Turismo, nena.

La cabeza de la pava me la fui encontrando en los sitios más inverosímiles durante todo el día. Al principio me hacía la loca pero, desde que el árbol de la calle me dijo que la pava me tenía querencia, cambié de actitud y la saludaba educadamente. - No sé porque le has caído bien (dijo) si no tienes afinidad con ella, en cambio sí que la tiene con Pepe el jibarizado... - ¿Por qué? - Porque tambièn es una cabeza cortada. - Ah, claro...

Durante la siesta he soñado que era una pava elegantísima, con unas pestañas kilométricas que servían para apartar las nubes que tapaban el sol. Al despertarme fui a la cocina y me di cuenta de andaba meneando el trasero como lo haría una pava... Y, en lugar de un cola cao calentito merendé un puñado de maiz.

 

 

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