martes, 14 de diciembre de 2021

La tensión ambiental.

Estoy harta de contestar en el telefonillo que la Cotilla no está en casa. La primera llamada ha sido a eso de las cinco y media de la madrugada. No sé como el energúmeno que ha tocado el timbre ha llegado hasta aquí porque, a esas horas, no habían puesto las calles.

Ha dicho: - ¿Estal Cotilla ahí? Después, esta frase se ha repetido cientos de veces durante el día. Me he asomado al balcón y he visto la larga cola de chinos que, uno a uno, llamaban y me hacían la misma pregunta. Es lo que me temía: la mafia china.

Un montón de horas después yo estaba frenética, histérica, cabreada y ronca de tanto hablar. Y durante un segundo he cambiado la respuesta que se limitaba a un simple NO y he dicho EN CASA NO HAY BRAGAS.

Ahí se acabó el acoso. Al asomarme de nuevo al balcón la calle estaba vacía. El árbol sentenció: - Estás apañá, morena.

Protesté porque yo no tenía nada que ver con los chanchullos de la Cotilla. - Pero has dicho lo que querían oír. No te preocupes, nena, silbaré Mediterráneo en tu funeral. - ¡La madre que te parió, pedazo de madera! (le grité y parece que se ofendió. Mejor)

Cerré la cristalera de un portazo y ambos lados se quejaron, airados. - ¡Te denunciaremos por mal trato, salvaje! 

La tensión flotaba en el ambiente junto a mi primer abuelito y hacían carreras a un palmo del techo. Los de la Santa Cena tomaron partido por uno y otro y se cruzaron apuestas: - ¡Yo me juego mi trozo de pan a que gana el abuelito! - ¡Yo mi vaso de vino por la Tensión! - ¡Pues yo doblo la apuesta con mis treinta monedas! -¡Ya está el fantasmón de turno fardando! 

Pascualita jaleaba al abuelito con tanto entusiasmo que se cayó del borde del acuario estrellándose contra el suelo. El OOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado partiéndose de risa hizo que a todos nos bajara la tensión ambiental y el abuelito entró triunfador en la meta.

Sonó el timbre de la puerta que, apenas se oyó por el guirigay que había en casa. Abrí. El señor Li, con los ojos más achinados que nunca, estaba ante mi y solo pude tragar saliva ¡y cerrar de un portazo! 

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