domingo, 8 de enero de 2023

Empezamos bien.

He escrito una nueva carta a los Reyes Magos excusándome por la anterior y, de paso, pidiéndo que reconsideren la negativa a traerme una bicicleta. 

He repasado varias veces el texto y me ha parecido bien; por último he salido a la calle en busca de uno de los buzones reales para echarla pero no he encontrado ninguno. ¡Hasta el Ayuntamiento he llegado! Y tampoco estaba. He preguntado a un municipal y me ha dicho: - En cuanto acabó la Cabalgata vinieron los pajes y se lo llevaron a Oriente. - ¿Y dónde tiro yo ésta carta ahora? - En los buzones amarillos de siempre. - Pero tendré que comprar un sello... - ¡Que inteligente es usted! 

¡Setenta y cinco céntimos me ha costado la estampilla! Al final me saldrá cara la bicicleta.

Pues sí que he empezado bien el año, sin bici y sin Torre del Paseo Marítimo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Me encanta el nuevo año! (dijo la Cotilla, entrando en casa como un elefante en una cacharrería) - Uf, no me hable Cotilla. Estoy deseando que termine. ¿Por qué está contenta? - ¡Mira lo que traigo! ¡TACHÁN!... (aquí hizo el ruido de un redoble de tambor) ¡¡¡UNA BICI!!!

Caí redonda al suelo. Cuando un rato después abrí los ojos, la Cotilla se secaba las lágrimas del ataque de risa que le dio. - ¡Que graciosa eres cayéndote! 

Todos los personajes aguantaban la respiración sin saber lo que iba a ocurrir a continuación; incluso Pascualita frenó sus ganas de dar saltos mortales en la pila de lavar del comedor... y como yo tampoco lo sé pararé el tiempo y mañana será otro día.

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