lunes, 16 de enero de 2023

Sa revetla de Sant Antoni.

No encuentro el momento para hablar con Pepe el jibarizado porque siempre estamos rodeados de gente: que si la bisabuelastra, que si la Cotilla, que si Geooooorge... Solo faltaría que me vieran hablando con un llavero-cabeza hueca para ponerme a parir.

La cristalera se abre con fuerza mientras grita ¡SOS, SOS! ¡El árbol de la calle está en peligro! ¡SOS! - Me asomo al balcón y me encuentro con un enérgico agitar de ramas por parte del árbol mientras los gorriones que lo habitan atacan, en vuelo rasante, a unas personas, comandadas por ¡La Cotilla! empeñadas en hacer madera de buena parte del árbol para añadirla a la que ya tienen y hacer un fogueró (una buena pira para asar sobrasadas, botifarrones, panceta , chorizos, etc) porque ésta noche es víspera de San Antón (Revetla de Sant Antoni) y las islas se llenan de fuegos, demonios (dimonis) gente cantándole al Santo, vinos y espinagadas (una especie de empanada de verduras y anguilas)

La Momia me dice: - ¡Vámonos de torradas, nena! - De mil amores. - Al empezar a bajar la escalera de casa ya no me acuerdo de los problemas del árbol... Pasa un dimoni cerca y nos colgamos de sus brazos. En el balcón Andresito se desgañita: - ¡Mamá, no salgas que cogerás frío! ¡Que ya no eres una niña! ¡Que tienes más años que la Catedral! - Sus quejas se perdieron en la noche.

Al volver a casa, antes de dormirme escuché a las bolas de polvo hablar entre ellas: - ¿Creéis que la nena nos llevará a que nos bendigan mañana? - ¡Ni que fuéramos bichos! - ¡Somos de polvo! (defendió una) - ¡Pero llenas de ácaros! - ¡Es verdad! Son tan monos...

 

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