martes, 17 de enero de 2023

Una y no más, Santo Tomás.

 Una palabra: ¡DESPIERTA!, clavada en mi cerebro a empellones por vocecillas crispantes, acabó despertándome de muy mala uva.

Ante mi, sobre el embozo de la cama, una fila de bolas de polvo, de punta en blanco, chillaban como ratas. Chillido que se convirtió en un suspiro de alivio en cuanto abrí los ojos. - ¡Por fin! Venga, rápido, rápido, que van a empezar las beneïdas y no nos lo queremos perder. ¡Es verdad, nunca nos han bendecido!.

Me costó un poco asumir que unas bolas de polvo me atosigasen para que las llevara a bendecir.  Abrí la boca para decir lo que ya sabían: - No sois animales... - Pero nuestros acaritos sí. Mira que monísimos están.

En efecto, los "acaritos" vestidos de marineritos como si fueran a hacer la Primera Comunión, estaban expectantes y peinados con la raya a un lado, perfecta. 

En el comedor fueron aplaudidos por todos: ¡Que guapos estáis! ¿Cuántos sois? preguntó un comensal de la Santa Cena, curioso: - ¡Miles y la madre! 

Tuve que llevarme unas galletas con quesitos para desayunar por la calle. Antes de salir tuvimos un imprevisto: - ¿Cómo os llevo? - ¿En una caja de zapatos? y los acaritos irán cómodos en tu abrigo... - ¡Por ahí sí que no paso que luego tendré alergia a todo! Al final Fueron,  juntos y revueltos, en la caja de zapatos 

Llegamos a la Catedral para juntarnos con la alegre comitiva que iniciaba el desfile de personas y animales hasta llegar a la calle de San Miguel donde, delante del oratorio de Sant Antoni, estaba el cura que, armado con un hisopo, esparcía agua bendita en plan ducha comunal.

Al llevar la caja de zapatos con la tapa puesta fueron muchos los curiosos que preguntaron miles de veces: - ¿Qué animal llevas? - Yo me hacía la sorda y eso envalentonó a algunos: - Una serpiente pitón. - ¡Ay, no diga eso que yo traigo ratoncitos y se los comerá. - Pues yo creo que será una tarántula. - ¿De esas que tiene una guitarra pintada en la barriga? ¡Que ilu!

Por fin llegó nuestro turno y abrí la caja, lo cual fue malo para las bolas de polvo que se desintegraron en cuanto las mojó el agua. Y fue bueno para los ácaros que saltaron en todas direcciones. Y fue malo para los presentes porque los moqueos, lagrimeos, estornudos, carraspeos no se hicieron esperar... pero yo ya no estaba allí.

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