sábado, 14 de enero de 2023

Llega el frío.

En cuanto han anunciado por la tele que "llega el invierno de verdad" la abuela me ha llamado para decirme que: - "He decidido que vendremos a vivir a tu casa estos días tan fríos que nos anuncian" - ¿Y eso por qué? - "Porque es mucho más pequeña que la Torre del Paseo Marítimo, estaremos todos más juntos y nos calentaremos más y mejor" - ¿Y yo qué culpa tengo? - "Además, así nos ahorraremos unos buenos euritos en calefacción. Hay que ahorrar para cuando llegue la vejez" - ¿A qué edad se supone que llega, según tú? porque ya rondáis los cien años Andresito y tú. De la bisabuelastra ya ni te hablo.- "¡Ves como eres muy desagradable! Ahora vendrá Geoooorge y acomodáis las cosas entre los dos" - ¡¿Qué dos?!

Aquello fue un frenesí; un zafarrancho de combate; un potaje como unas casas porque, siguiendo al rolls royce de los abuelitos iba un camión de mudanzas que, entre otras muchas cosas, transportaba las camas individuales de ambos y la gran cama, con dosel y todo, de la Momia. 

En casa hay tres habitaciones: la salita, el dormitorio de la Cotilla y el mío. El piso tiene noventa metros cuadrados justitos. Así que metimos las camas con calzador. 

En un momento dado, mientras me secaba el sudor de la cara, me fijé que los personajes hacían apuestas sobre si cabría todo o tendríamos que tirar algún mueble por el balcón.

Llegaron los abuelitos y Andresito ordenó: - ¡Sacad esa pila de lavar del comedor y... - ¡¡¡NOOOOOO!!! (gritamos al unísono la abuela y yo y no se habló más del asunto)

Estamos tan estrechos que Andresito ofreció a Bedulio una buena cantidad de dinero para que ejerciera de guardia de la circulación en casa porque no parábamos de chocarnos. Pero, aunque la oferta era muy sabrosa, el Municipal dijo que nones. ¿Tuvo algo que ver que, un momento antes, le dijera al oído que mi primer abuelito se había quedado a vivir conmigo?...

 

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