viernes, 13 de enero de 2023

No me puedo despistar.

- El faraón está pensativo, repantingado en su trono de oro ¿Qué rondará por su cabeza? ¿tal vez la fórmula mágica para hacer la pirámide más perfecta del mundo y pasar así a la posteridad. a costa, eso sí, de que muchísimos antiguos egipcios se sigan acordando de él y de la madre que lo parió, milenios después por haber sufrido accidentes laborales al manejar las enormes piedras que les dejaron hechos polvo?

Pascualita me escucha atentamente mientras yo preparo una pasta de croquetas de cuya receta apenas me acuerdo. Me da pereza llamar a la abuela para no tener que reirme a la cara de Geoooorge, el mayordomo inglés de mis abuelitos, arrepentido de haber votado a favor del Brexit.

La abuela no quiere que lo ponga de mal humor porque es muy sensible, pero si me saca el tema le digo: ¡¡¡AJO Y AGUA, MISTER!!! y luego me da la risa floja que me dura un día entero.

El faraón en cuestión es una hermosa reproducción de plomo. Tengo que ir con cuidado cuando la Cotilla está en casa porque, el otro día, cogiéndolo con las pinzas de la cocina, iba a ponerlo en el fuego, dentro de un cacito, para ver como se derretía - ¡¿Qué demonios hace?! ¡Es el gran Kufu! - Y yo la Madre Superiora, no te joe.

¡Me he despistado! y, en lugar de usar leche para la bechamel, he echado en la sartén una botella, enterita, de chinchón. Y he perdido de vista a Pascualita. - ¡¡¡Pascualita, toma un trocito de Papa!!! (solo hay que tentarla con su último capricho para que aparezca) Y así fue. 

No he tirado la pasta de croquetas. "Alguien" se las comerá, o las venderá en el trapicheo nocturno.

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