martes, 25 de julio de 2023

Cada mochuelo a su olivo.

Ha salido en todos los Medios de Comunicación, en primera página y con grandes titulares: ¡MALLORCA CRECE! ¿IBAN A HACER UN PUENTE Y SE LES FUE LA MANO?... 

Las toneladas de arena ardiente, caídas de sopetón  en el mar, han mandado las playas a dos días de camino de Palma yendo en dromedario. Y cuando llegan a ellas, la gente no sabe si está en Valencia o en Baleares. Pero lo nuestro es peor. ¿Donde voy a llenar las garrafas de agua de mar para la pila de lavar del comedor donde vive Pascualita? Me pilla a contra pie.

¿Y la sirena? Está nerviosa porque no huele a mar. Ahora nada le recuerda a su hábitat natural donde nació hace millones de años.

He preguntado cuanto vale ir en dromedario hasta la orilla, y me piden un pastón. He protestado pero me han sacado a relucir que los dátiles que comen son caros porque hay pocos. El precio bajará cuando las palmeras datileras que van a sembrar den sus frutos. - Pero para eso falta mucho (protesté) - ¡Claaaaaaro que sí! (dijo, con sorna, el sabio Salomón que me informaba, mientras se relamía pensando en la pasta gansa que iba a ganar)

Pisé mi propio ánimo, que iba arrastrándose por el suelo y no pude levantarlo. Entonces escuché unos suspiros: Pascualita lloraba lágrimas muy antiguas que me calaron hondo y me revelé contra la arena. Y grité desde el balcón: ¡¡¡FUERA DE AQUÍ, ARENA!!!

Como por arte de magia, la arena se replegó en su bolsa y muy ofendida, salió disparada hacia el Sahara. 

Y volvió a la isla el olor a mar y la humedad y las playas de aguas turquesas y...


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