lunes, 24 de julio de 2023

Dichosa bolsa de arena.

El día ha amanecido pesado. Se veía a simple vista que la arena del desierto que se pasea sobre nuestro pais, pesa un montón. - ¿A qué viene a hacer turismo a éstas alturas del verano? (pregunté a la bolsa caliente que traslada la arena de un lugar a otro) - Estaba hasta las narices de aguantar las pisadas de miles de turistas y me entraron ganas de recorrer mundo. ¡Y aquí estoy!

A eso no tenía nada que objetar, pero... (Me encanta este PERO... )  ¿Era necesario traerse el brasero? 

La nube pareció desconcertada: - ¿No me digas que la arena de Mallorca está fría? - No me dio tiempo a abrir la boca cuando la pesada bolsa de arena se despendoló como si le hubiese picado la tarántula maligna y bailase el vals de la temblaera. - ¡¡¡QUIERO TOCARLA!!! ¡¡¡NECESITO TOCARLA!!! - Hale, pues vamos a la playa (me oí decir)

Pascualita, que parece que no se entera de nada, saltó de la pila de lavar del comedor a mi escote, batiendo records. Y sin más preparación, salimos andando.

La bolsa de arena del desierto flotaba sobre mi, achicharrándome. - ¿No puedes bajar el termostato?. Me fundo. - Eres un poco tiquismiquis, amiga (se quejó). - Y tú muy exagerada. - ¡Claro! soy del Sur.

Al llegar a la playa la bolsa acercó una punta a la arena de la playa, tanteando, temerosa de congelarse, digo yo. - ¡Está fresquita! (gritó) - Y se desparramó sobre el mar dejando una playa enooooorme desde donde no se divisaba el mar.

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