lunes, 10 de julio de 2023

¿Imposible? Vivir para ver.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¡Nena, voy a casarme! - Gritó desde la puerta de casa la Cotilla al volver de sus trapicheos. Debo decir, ahora que no me escucha nadie, que el corazón me ha dado un vuelco cuando he oído la noticia así, tan de sopetón.

Lo primero que pensé es que había tomado algunas copas de chinchón de camino a casa. Lo segundo, que si la noticia no era una broma ¡tendría ella el bisnieto para mi abuela antes que yo y se quedaría con la Torre del Paseo Marítimo! 

Sí, sé que tiene cien años, o los ronda pero cosas más raras se han visto en las revistas del corazón. Y cobraría una exclusiva millonaria mientras yo seguiría a dos velas. ¡Si es que el mundo está muy mal repartido!

- ¿Desde cuando tiene novio, Cotilla? (pregunté mientras la envidia cochina me reconcomía las tripas) - Cogió la postura de El Pensador y dijo: - Quiero recordar que intenté tener uno hace la tira de años pero tu abuela se me adelantó y... ¡Ah, calla! ¿quiéres decir AHORA?  Pues estoy en ello... - ¿No está usted mayor para meterse en estos berenjenales? - Nunca es tarde si la dicha es buena, boba de Coria. Además, quiero salir en el Hola y que me den una pasta gansa. - Para eso hace falta tener una madre famosa y... - 

No me dejó terminar porque, del interior de su famoso bolso sin fondo, sacó velas, velita y velones para parar un tren. - ¡Alto ahí! Prohibido encenderlos. - Tengo que montar el Altar de los Amigos de lo Ajeno que funcionan mejor que Santa Rita para solventar imposibles.

Me sacó de la salita a empujones, la cerró a cal y canto y poco después me llegó el olor de cera quemada...

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