sábado, 15 de julio de 2023

No pudo ser.

 He dejado una bolsa de cubitos sobre el fregadero y Pascualita ha tardado, ná y menos, en lanzarse sobre ella y se la ha hecho suya porque cualquiera desafía esas filas de dientes de tiburón en miniatura y cargados de veneno. 

He intentado razonar con ella: - Deja que coja unos cuantos cubitos para repartirlos porque los demás también tenemos calor. - Su respuesta ha sido dedicarme una horrible sonrisa cargada de los más negros augurios. - Pepe el jibarizado, tiene calor... (dije, desde lejos) - Y se encogió de hombros.. - Es tu amigo... (bostezó ostensiblemente) 

Probé de llegar a su corazón nombrando a todos los personajes, Cotilla incluida pero ¡que si quieres arroz, Catalina! Al final no me quedó otra que ir al supermercado a por otra bolsa de cubitos... pero ¡se habían terminado!

- ¡Egoísta! - le dije al volver a casa pero la medio sardina ni se inmutó y siguió pegada al hielo. - ¡Sí que eres egoísta. No me has dejado ni una gota de chinchón on the rock! - La Cotilla salió de su cuarto en cuanto me oyó, hecha una furia.

El árbol de la calle metió una de sus ramas en casa. - Nena, abanícame, tírame cubos de agua, ¡Haz algo que me derritooooooo! - Lo único que se me ocurre es pegarte fuego y llamar luego a los bomberos para que vengan con la manguera. - ¡Haz lo que sea! No me gusta sentirme árbol del desierto.

Prendí fuego a una rama y el fuego se expandió rápidamente por la sequedad de la madera. Llamé a los bomberos mientras intentaba minimizar el desastre tirando cubos de agua al árbol que gritaba, espantado. 

La sirena de los bomberos sonaba ronca: - Como no me suban el sueldo va a ulular Rita la Cantaora. - Estaba quejosa. - Los pirómanos no me dan tregua ¡la madre que los parió!

Y, de pronto, en lugar de lanzar litros de agua sobre el árbol, lo llenaron de ¡espuma! Su gozo en un pozo.

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