martes, 11 de julio de 2023

El microondas.

 La abuela ha llegado en el rolls royce conducido, como no, por el mayordomo inglés, Geooooorge que, como de costumbre, ha aparcado en la parada del bus. Sin embargo hoy no ha habido concierto de pitos. Está tan ahogada de calor la Parada que no ha tenido fuerzas para incitar a los automovilistas a clamar contra los aprovechados de turno.

El viaje hasta mi casa a sido para traerme un microondas del tiempo de Las Cruzadas. - ¿No los venden más modernos? (pregunté) - "Es posible. Si no lo quieres dáselo a la Cotilla y le sacará unos eurillos" - Por supuesto, me lo quedé.

Y es una de las peores cosas que he hecho: El microondas visigodo es un quejica. Y, encima, un salido: - Anda, nena, úsame - ¡¿Qué dices, so guarro?! - Que me calientes, Blancaflor

Al poco rato todos estábamos hasta las narices de él. - ¡Tíralo por la ventana, nena! (me sugirió una bola de polvo) - Pero que no caiga en mi copa (avisó el árbol de la calle)

Cuando el microondas lloró sentí pena por él pero se me pasó la tontería enseguida, en cuanto empezó a echar humo. - ¡No llores más, jodío, que se fundirán los plomos!

Lo he colocado sobre la nevera, junto al toro y la flamenca que me dejó la abuela cuando se fue de casa para casarse con Andresito, Y le he dado un título: Contador de Helados. Esto comporta que lleve la contabilidad de los helados que me como y de los que entran. Con el calor que hace no puedo quedarme sin helados.

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