domingo, 23 de julio de 2023

Un día como otro cualquiera.

De buena mañana ha empezado a cantar el árbol de la calle, El Brindis de la Traviata- Y no ha sido un suave tarareo sino a pleno pulmón de barítono. - Dos horas después y acabada mi  paciencia, gruñí: - ¿De qué vas, Blas? - El "artista" se sintió ofendido porque "me has cortado el rollo, tía"

Tuvimos una discusión. - La de vecinos que darían lo que fuera para poder oírme como haces tú ¡Y te quejas! - Yo no pedí ese "privilegio" pedazo de madera sin desbastar.

Horas después los personajes de casa se dividieron para poder apostar por quién tenía razón: el árbol o yo.  Cuado empezó el Tour de Francia en la tele hicimos un alto para verlo, dormir la siesta, volver a los ciclistas... y así hasta llegar a la meta. Después reanudamos lo que teníamos entre manos.

Al final se hizo de noche y sopló la brisa del mar. Pascualita emergió del fondo de la pila de lavar del comedor y se zampó un montón de tortitas de bolas de polvo. Fue quien quedó más satisfecho, no como Pompilio que dejó abierta la puerta de donde atesora los calcetines desparejados y alguien se llevó un montón.

No fue hasta que el cucú del reloj de pared cantó las doce de la noche para que nos fuéramos a dormir cuando salió la Cotilla a sus trapicheos y vimos como los calcetines desaparecidos, pugnaban por escapar del bolso sin fondo de la vecina: - ¡Auxilio! (gritaban) Y cuando pensábamos que Pompilio iría a su rescate, resulta que se fue a dormir diciendo: - Las buenas costumbres ... son las buenas costumbres.

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