domingo, 27 de agosto de 2023

La tormenta.

 

 El árbol de la calle, zarandeado por el viento huracanado, pedía ayuda para no ser partido en dos.

A la Cotilla la ha traído el vendaval en volandas hasta el balcón donde se ha estrellado contra la Cristalera. No se han roto ninguna de las dos. 

Las ramas del árbol de la calle piden clemencia. No la hay. El viento, enfadado y traidor, embeste sin piedad. Enseguida cruje la madera ¡CRAC! una y otra vez: ¡CRAC, CRAC, CRAC! Las ramas vuelan como pañuelos y son arrastradas lejos.

Pascualita observa el desastre desde mi escote. Está inquieta. ¿Pensará en el mar? Ella ha vivído infinidad de tormentas como ésta y peores. 

Por la calle pasa un trasatlántico enorme arrastrando sus amarres. Están rotos y navega a la deriva. Ha topado contra un petrolero: - ¡Discúlpate por lo menos, engreído! (se quejó éste) - ¡Ha sido sin querer! (dijo con la boca llena de despojos)

Llamé a la abuela. - ¿Hoy no habrás ido a nadar a la playa? - "No ha hecho falta. El mar a venido a casa" 

A todo ésto, una mujer ha salido al mar en su kayac. Debe ir rumbo a Saturno.




 

 

 

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