martes, 29 de agosto de 2023

Volviendo a la normalidad.

 Ya han barrido los restos del árbol de la calle arrancados por la Tormenta. Incluso el trasatlántico ha vuelto al mar siguiendo el trazado de la antigua Riera que, a veces, se ha creído río. 

Los gorriones que volvieron a sus nidos destrozados han sido acogidos por sus vecinos más afortunados. Las bolas de polvo lloran a las compañeras que salieron volando en pleno torbellino. Algunas barcas hundidas serán rescatadas, otras, como el velero que desafió a la tormenta, habrán seguido la estela del kayak y navegarán ahora por los anillos de Saturno.

Y para rizar el rizo, solo nos faltaba la madre de Rubiales ¡el famoso Rubiales! ayunando en una iglesia para que dejen en paz a su niño. Los comensales de la Santa Cena no salen de su asombro: - ¡Esto es un no parar! (exclaman)

He ido a la playa con Pascualita a por agua de mar para su pila de lavar del comedor y no ha echo intención de querer abandonar el termo de los chinos. - ¿Te estás civilizando? (le pregunto mientras contemplamos el espectáculo de una bahía tranquila)

Ya en casa, la Cotilla anuncia su llegada como de costumbre: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! - Se sienta, cojeando, ante un plato de fabada de bote que caducó ayer y me pide que le cuente, por enésima vez, cómo entró en casa por el balcón. - Es que no me acuerdo de nada. - Claro. ¡Menuda costalada!








 

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