domingo, 13 de agosto de 2023

Recuerdos sireniles.

Cuando Pascualita habla, telepáticamente, con mi primer abuelito, a veces es dificil callarla y se enrolla como una persiana retrotayéndose a los tiempos en que era una hermosa sirenita que andaba descubriendo los misterios de la vida. Eso era el cuento de nunca acabar y hasta mi primer abuelito se dormía a pesar de ser un ánima.

Es conveniente desviar la trayectoria de la conversación de Pascualita con una interrupción : hablándole de los desaparecidos sirenos, por ejemplo.. Y eso fue lo que hice, una vez más. - Pregúntale por qué se extinguieron los sirenos. - ¡Mira que eres pesada, nena! Sabes que no le gusta hablar de ese tema... 

Pero como un abuelito no le puede negar nada a sus nietos, el mío hizo la pregunta. La calma de la sirena se extinguió como por arte de mágia. Los redondos ojos de pez apunto estuvieron de salirse de las órbitas. Sacó a pasear la peligrosa dentadura de tiburón. Los pelo-algas se levantaron moviéndose como serpientes encantadas. Pascualita se zambulló en la pila de lavar del comedor inundando el suelo y cargándose varias docenas de bolas de polvo que estaban por allí cerca.

Al salir a flote me tiró varios buchitos de agua envenenada que, gracias a mi pericia en esquivarlos, no me dieron.

Dándose por vencida, no le quedó más remedio que decir la verdad ya sabida. Después del orgasmo estruendoso había que recuperar fuerzas y con qué mejor que el sireno desmadejado. - En esos momentos eran pura mantequilla ... - Reconoció mientras se relamía como si acabara de comerse uno.

 

 

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