martes, 22 de agosto de 2023

Se masca la trajedia.

- Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaayyyyy... - ¿Qué le pasa, Cotilla? - Aaayy, que no me tengo en pie... Pónme dos vasos de chinchón on the rocks, porfaplis, nena... - ¡¿Dos vasos?! ¿No será abusar? - No. A sí no tendrás qu levantarte más. - Ni que fuera su criada... Vaya a buscarlos usted misma.

De un solo movimiento se quitó los zapatos: - Mira como tengo los pies ¡hinchadísimos! - Claro. Ya tiene una edad y no quiere reconocerlo... - ¡Es por el calor, boba de Coria! Anda, ayúdame que voy a meterlos en remojo. 

Sin más preámbulos se subió a una silla del comedor y metió luego los pies ¡en la pila de lavar, hogar de Pascualita! - Aaayyy, está fresquita. Al final habrá sido una buena cosa que la dejaras aquí aunque tiene muchos hierbajos. - Cosa que solucionó en un plis plás arrancando de raíz las algas marinas que daban intimidad a la sirena.

A mi se me quedó un grito pegado a la cuerdas vocales. Se iba a armar la de San Quintín y no quería verlo. Antes de irme a la calle le llevé los dos vasos de chinchón a la Cotilla como si fuese la última cena de un condenado. Vacié una cubitera llena de cubitos en la pila de lavar. Y, como dicen los taurinos, me despedí (tal vez para siempre) de la Cotilla con un: ¡Que Dios reparta suerte! Y me fui.

Una vez en la calle me cobijé a la sombra del árbol de la idem. Su  vozarrón retumbó en mi cerebro: - Llama a la tele para dar la primicia del drama que tendrá lugar en tu casa y te pagarán la exclusiva. - ¿Ah, sí?

Llevaba dos horas de plantón y de mi casa no salía ningún grito desgarrador. 

Llegó Bedulio el Municipal. - Sube conmigo... - ¡Ni harto de vino! - No me quedó más remedio que afrontar, sola, lo que fuera. Y lo que me encontré fue... a la Cotilla tumbada en la mesa del comedor, con el vaso vacío en  la mano, durmiendo la mona. Y a Pascualita flotando en el agua de mar con un coma etílico como un piano. El segundo vaso se vació en la pila de lavar.


 

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