sábado, 9 de diciembre de 2023

El celo ataca de nuevo.

He ido a salir al balcón y la cristalera se ha abierto de par en par sin necesidad de que le dijera nada. Por supuesto, le he dado las gracias educadamente. 

El árbol de la calle me ha susurrado al oído: - Esta debe haber ido a un colegio de pago, lo digo por sus modales ¿no te parece? - Yo también lo he pensado...  (dije)

De la cocina salió el famoso OOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado. Quería conocer a la supereducada cristalera - Siempre soy el último que se entera de las novedades. (se quejó) - Ahí le doy toda la razón a Pepe (mi primer abuelito se erigió en abogado del llavero) - ¡No puedo estar en todo! (me quejé) 

Del cuadro de la Santa Cena partió una petición - Preséntanos a esa señorita, boba de Coria. - Me puse en medio del comedor y señalando a unos y a otra dije: - Aquí la Cristalera nueva. Aquí, un montón de gente. Todos se saludaron con inclinaciones de cabeza. Cuando el árbol de la calle intentó hacerlo se escuchó un ¡CRAC! y todos dijimos: ¡HUYYYYY!

Un pelotón de bolas de polvo pasó como una exhalación camino del balcón perseguidas por la escoba: - ¡NO TE CIERRES, CRISTAAAAA!

El golpe fue morrocotudo. Una tras otra, las bolas de polvo se estrellaron contra el cristal porque la cristalera no estuvo atenta a lo que le decían y se cerró

Después de cuatro chinchones Pascualita lanzó la pregunta al aire: ¿Por qué no ha hecho caso la Cristalera? - La respuesta fue cantada a coro por la concurrencia: - ¡ Porque ha sido deslumbrada por el brillo del nuevo cristal de la casa de al ladooooooo! -

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