domingo, 31 de diciembre de 2023

Nochevieja.

- ¡AAAAAAYYYYYYYY, QUE SE VA, QUE SE VAAAAAA! - Hasta dentro de casa se escuchaban los ayes dramáticos que lanzaba el árbol de la calle, siempre tan teatral él - Llevábamos horas así y no había quien lo aguantara. Los nidos de gorriones quedaban vacíos hasta que aquella enorme boca de madera dejara de suspirar, lloriquear, clamar a voz en grito. 

Salí al balcón escoba en ristre. - ¡O te callas o te espabilo! (a pesar del cabreo de la escoba) - ¡Soy un incomprendido! - ¡Y yo quiero ser escoba de bruja para largarme de ésta casa de una vez por todas!

- ¡Mes a mes he vivido sin vivir en mí, pensando: ¿Me talarán hoy? La sierra mecánica pende sobre mi copa como la espada de Damócles. ¡Así no se puede vivir! El calendario tendría que tener un solo mes ¡Y ahora, vuelta a empezar! AAAAYYYYY...

El rolls royce de los abuelitos aparcó en la parada del bus sin inmutarse lo más mínimo. Es un coche curado de espanto. Nació a principios del siglo XX y tiene más conchas que un galápago, así que los pitos e insultos se la traen al pairo. Tampoco hizo caso de la escandalera del árbol de la calle aunque dijo como el que no quiere la cosa. - Hacedle una buena despedida al año y Santas Pascuas.

- ¿Así te callarás? (pregunté) - Sí... ¡ay, que ilusión! - El árbol se emocionó y dejó caer una catarata de lágrimas que regaron el alcorque y refrescaron el ambiente.

Ahora estamos todos los de casa en el balcón, más la abuela, Andresito, Geoooorge, Bedulio el Municipal y mi primer abuelito luciendo un sudario espectacular de seda salvaje del Caribe por el que suben y bajan números y cachondeos.

Llevamos pañuelos blancos en las manos para decir ¡ADIOOOOS, MUY BUENAS!  al 2023 y asustar al 2024, agitándolos en el aire al grito de ¡LAS OREJAS, LAS OREJAS! para que se amilane y se porte bien.

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