lunes, 18 de diciembre de 2023

¡Por fin!

No puedo dormir, ni siquiera hacer una triste siesta. La abuela se encarga de ello haciendo que suene el teléfono. Cuando pregunto: - ¿Digaaaa? - La voz rencorosa de la abuela dice: "¡SIGUE BUSCANDO, BOBA DE CORIA!"

La grabación que se activa cada cuarto de hora. Ya no sé dónde buscar. Incluso he preguntado a la Cotilla si había visto por casa una especie de sardina rara reptando por ahí. Por la mirada que me ha echado y la prisa que llevaba, habrá ido a apuntarme a Alcohólicos Anónimos .

Los personajes de casa me miran con cara de circunstancias e intentan darme ánimos:- Al paso que vas no llegas a Navidad, nena.

Tengo que ponerme un tope en la búsqueda de la sirena. Si de aquí a ésta noche no ha aparecido ya se apañará.

Como si me hubiese oído, al salir al balcón se lanzó sobre mi lo que pensé que era un trozo de meteorito desprendido del núcleo. Me agaché rauda y veloz y se estrelló contra la boca de madera del árbol de la calle ¡¡¡ALELUYA!!!. Por lo menos dejará de cantar un rato.

Me ayudé con un cuchillo para, con la punta, arrancar lo que se había clavado a conciencia. Tuve que urgar en la "herida" y tirar del pequeño trozo que iba saliendo hasta que descubrí que era ¡la cola de un pez... vivo! Luego, al salir la tripa, de un mortecino color ahogado, no tuve dudas: ¡¡¡ES PASCUALITA!!!

Según mi primer abuelito, una gaviota en busca de comida la vio dormitando en el balcón y se la tragó sin saber que era sirena, venenosa, rencorosa, superviviente en millones de batallas, etc... Total, que la pobre gaviota tiene ahora un agujero en la tripa con muy mala pinta mientras Pascualita descansa, tranquilamente, en el barco hundido de su pila de lavar del comedor.

 

 

 

 

 

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